¿Las Pruebas?…  y Otros Datos

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

“Por la injerencia de un gobierno extranjero (Estados Unidos)” se tomó la decisión de declarar “obra de seguridad nacional” el Tren Maya.

Hacer una acusación de ese calado requiere pruebas fehacientes, no las que se encuentran en los “otros datos”.

Resulta inexplicable la ausencia de un verdadero jefe de la diplomacia mexicana. Más preocupado por imponer las nuevas reglas en las “consultas” para la candidatura presidencial rumbo al 2024, Marcelo Ebrard abandona su responsabilidad y deja, aunque suene fuerte, que su jefe conduzca las relaciones internacionales, sobre todo, con Estados Unidos al que tunde un día y otro también.

A estas alturas del partido, cuando todo indica que México perderá espacios políticos frente a su comprador mayor, el que le permite llamarle “socio y vecino”, cuando se agoten los tiempos fijados legalmente en el T-MEC y se llegue a la instalación de los paneles en los que las resoluciones son inatacables y de aplicación inmediata.

Desde el anuncio de que asistiría a la Cumbre de las Américas para exponer abiertamente la postura de México en materia de migración y reclamar finalizar el embargo a Cuba, presencia que se diluyó en una insulsa batalla perdida desde el principio que ocasionó su inasistencia, el presidente de México ha sacado no la casta sino lo peor de un individuo que siente ser dueño del país y que con el “apoyo del pueblo” se mantendrá en pie de lucha por la “soberanía y la independencia nacional”.

Le ha irritado la solicitud de consultas que presentó el Departamento de Comercio por violaciones a diversos capítulos del T-MEC a grado tal que sus reacciones son desproporcionadas. Exponer que no es pelele ni títere de ningún gobierno”, evidencia que quiere ser tratado como lo hacen sus súbitos, con aplausos, ovaciones, fiestas. 

Conforme pasan los días se esclarecen los tópicos abordados, en privado, entre el mexicano y el huésped de la Casa Blanca. En lo público, quedó demostrada la falta de oficio político, la estatura de estadista. Un discurso de 31 minutos cuyo contenido versó sobre la “historia y los héroes de Estados Unidos” -como sino lo supiera su contraparte-, un recibimiento a nivel de un presidente municipal, una agenda en la que no se incluyó estar en el Capitolio. Y se dirá y con razón, que la visita a Washington no era de Estado sino de trabajo y por ello no es invitado al Congreso. Peccata minuta, dirían sus corifeos. Sistemáticamente se negó que se hablara de la captura del criminal -al que el mexicano le dice presunto y se dirige a él como señor Quintero- y que se solicitara, de manera enérgica, combatir el narcotráfico de México a Estados Unidos. De manera similar se manipuló la información surgida durante la reunión con los empresarios.

Pareciera que las investigaciones de The Washington Post y The New York Times le molestaron más de lo normal. Lo que más produjo molestia es que ninguno de los rotativos influyentes en la Unión Americana tomara en cuenta la visita presidencial. No hay una sola nota en primera plana y menos una foto. En interiores y minimizada, perdida entre los, valga la expresión, obituarios se publicó.

Y con la andana de críticas, basadas en los hechos no inventadas por los adversarios, comenzó a subir el tono de reclamos a Estados Unidos. Más cuando Canadá se alineó y se sumó a las denuncias -así se le dice a la convocatoria de llamar a consultas- por la política energética del gobierno federal.

Sin pretender ser el juez de la causa, la acusación en contra del gobierno de Joe Biden de actuar para frenar el Tren Maya, por lo cual se tomó la decisión de declarar la “obra de seguridad nacional”, habría que mostrar las pruebas. No solo suposiciones.

Él las exige cuando se le acusa de algo. En sentido inverso, acusa sin comprobar. 

La terquedad de estirar la liga, de llevar al límite de la resistencia, no es la mejor política exterior… tampoco la interior. Seguir por ese camino, será altamente costosos para el país, aunque con sus maniqueas palabras, dirá que asume las responsabilidades porque está defendiendo la “soberanía, la independencia” y porque no es “pelele ni títere de ningún gobierno”.

Lo del Tren Maya está más allá de la lógica política. La ira no es buena consejera y menos en momentos en los que la inflación amenaza con una crisis económica probablemente mayor que la de 2009. Hay que revisar la historia de México antes de dar clases de la de Estados Unidos.

E-mail: jesusmichelmp@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: Jesús Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños, martes y jueves de 16 a 17 horas por el 760 de Amplitud Modulada

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