¿Solución por la Buena o por la  Mala de la Sexta Crisis del PRI?

A la Vuelta de la Esquina

IVAN RUIZ FLORES

El Partido Revolucionario Institucional vive su sexta crisis desde 1988, cuando la formación del Frente Democrático Nacional causó gran inestabilidad, aunque no para perder la elección federal. (En la dirigencia del Revolucionario Institucional estaba Luís Donaldo Colosio Murrieta).

Fue real el triunfo del candidato priista (Carlos Salinas de Gortari) no obstante el prestigio del aspirante Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, ya que la estructura del FDN era débil e insuficiente para enfrentar casi cuatro décadas de historia y experiencia.

La siguiente situación critica se presentó durante la campaña del candidato del tricolor, Luis Donaldo Colosio Murrieta, asesinado en el 23 de marzo de 1994, en Lomas Taurinas, una colonia popular ubicada entre barrancas en Tijuana, Baja California. El violento y agresivo opositor de Colosio, sería Manuel Camacho Solís. Sin embargo, nunca se comprobó alguna participación de él o de su grupo en aquel crimen. El Partido Revolucionario Institucional era dirigido por Fernando Ortiz Arana. 

La crisis derivada de aquellos hechos fue severa. Sin embargo, en el caso urgente de un nuevo candidato fue nominado Ernesto Zedillo Ponce de León, quien tras de ser Secretario de Educación Pública en el sexenio de Salinas de Gortari que concluía, tomó posesión como en coordinador de la campaña de Colosio Murrieta y tras el asesinato fue nombrado candidato.

El denominado “Efecto Tequila también tomó posesión de México y las problemáticas (tanto política como económica) alcanzaron niveles inenarrables. El PRI se debatía entre severas divergencias de sus integrantes y simpatizantes, ya que los casos Colosio y Camacho Solís dividieron profundamente a la institución.

No todo estaba escrito. Faltaba lo peor. Así en el año 2000, apenas concluido el sexenio de Ernesto Zedillo, el Partido Revolucionario Institucional perdió las elecciones presidenciales (dirigía el tricolor Dulce María Sauri Riancho). Con el 42.52% de los votos el triunfador sería el Partido acción Nacional, vía su candidato Vicente Fox Quesada.

Concluían 71 años del PRI en el máximo poder de la República. 

Y el tricolor permaneció en crisis durante los 12 años panistas, en los cuales no solamente perdió militantes al por mayor, sino que la lucha interna por el pírrico poder partidista se tradujo en profundas divisiones que, en algunos casos, permanecen hasta el actual inicio de la tercera década del siglo XXI. En esa etapa fueron dirigentes del Partido Revolucionario Institucional: Roberto Madrazo Pintado, Mariano Palacios Alcocer, Beatriz Paredes Rangel, María Cristina Díaz Salazar ( en dos ocasiones) y Pedro Joaquín Coldwell.

Sin embargo, la sensatez, la cicatrización de heridas y un buen candidato a la Presidencia de México, así como la aplicación de las antiguas experiencias en las campañas se tradujeron en un triunfo de Enrique Peña Nieto (postulado por una coalición con el Partido Verde Ecologista de México) sobre los candidatos de la oposición: Andrés Manuel López Obrador, de la coalición formada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC); Josefina Vázquez Mota, por el PAN; y Gabriel Quadri, postulado por el Partido Nueva Alianza (PANAL).

En esa etapa al frente del PRI estuvieron: César Camacho Quiroz, Manlio Fabio Beltrones, Carolina Monroy del Mazo, Enrique Ochoa Reza, René Juárez Cisneros, Claudia Ruiz Massieu y, actualmente, Alejandro Moreno Cárdenas a quien la militancia está solicitando que renuncie. 

Sin embargo, en aquel sexenio, cuando gobernaba Peña Nieto, sucedió que el denominado “reinado de las burocracias corporativas estructuradas por el PRI entró en crisis. Como han señalado los conocedores: 

“La dimensión desmesurada que alcanza en especial la burocracia sindical y el peso decisivo de los trabajadores sindicalizados en la economía explican en gran medida la confusión que constriñe (identifica) el régimen corporativo a los sindicatos o si se quiere, a la relación Estado-sindicatos”.

Aseguran que hoy: “El dominio centralizado de los sindicatos y sus agremiados cautivos, fuente central del poder y enriquecimiento inusitados del charrismo se encuentra en el umbral de su caída”.

Ello, seguramente contribuye a la crisis del PRI incrementada por las divergencias con una dirigencia que ya no corresponde a la militancia.

En estos días, tras la derrota sufrida en las pasadas elecciones estatales, la demanda del cambio de la dirigencia es la constante. Inclusive muchos ex dirigentes están de acuerdo en la salida de Alejandro Moreno, por considerarlo, además, un factor de división dentro de las filas tricolores.

Como siempre que hay crisis, nada está escrito para el tricolor donde, por lo regular, si no se hace caso a la militancia por la buena, no queda de otra y es por la mala.

Ojalá no sea así. 

 

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