¿Por qué Atacar a Biden?

U.S. President Joe Biden delivers remarks on the monthly U.S. jobs report, at the Rehoboth Beach Convention Center, in Rehoboth Beach, Delaware, U.S., June 3, 2022. REUTERS/Tom Brenner

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Donald Trump demostró no ser amigo de México.

Andrés Manuel López siempre ha creído lo contrario, aunque lo “haya doblado”.

Hace dos años, justamente hoy, en Tijuana se realizó el mitin por la Soberanía Nacional. Fue en Tijuana, frente al muro que había edificado el republicado.

Como en los viejos tiempos priístas de José López Portillo “la República estaba reunida”. Gobernadores, secretarios de Estado, conspicuos representantes de la iniciativa privada, congresistas y los “invitados” guinda. 

Llegaba Marcelo Ebrard procedente de Washington, en donde había “escuchado” el monólogo de Trump con quien estaba “negociando” la no aplicación de aranceles. El residente de la Casa Blanca, según sus propias palabras, le exigió a cambio la presencia de 18 mil soldados en la frontera sur para frenar la migración. NI tardo ni perezoso, el llamado equívocamente canciller -la nominación corresponde a países con gobiernos parlamentarios- cedió y casi, imitando el “himno” morenista, respondió: “será un honor, señor presidente”. Palabras de Trump, no mías.

Enterado el presidente de la República de que no habría aranceles, recibió a Ebrard como el “héroe del pueblo”.

En la frontera sur, México construyó su muro con miles de elementos de la Guardia Nacional, entidad creada para suplir a la Policía Federal y asumir las funciones de seguridad en el interior del país, en su lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. Tenían una “misión fundamental”: cumplir los requerimientos del republicano.

Llegaron las elecciones de 2019 y la apuesta del señor López era seguir atendiendo las órdenes del señor Trump. El republicano perdió las elecciones y entonces el mexicano se tardó toda una eternidad para reconocer el triunfo del demócrata Joe Biden.

Parece haber sido el último en admitir la derrota de su amigo.

Con motivo de la Cumbre de las Américas que inició el pasado lunes en Los Angeles, California, una vez más se demostró que las palabras presidenciales en torno a reconocer las bondades de Biden, se las llevó el viento y el tiempo.

Decidió no acudir a la reunión porque, sostuvo el diferendo durante semanas, si no se invitaba a Cuba, Nicaragua y Venezuela, no asistiría. Y se mantuvo en su postura inicia hasta que justificó su ausencia: el 9 estaré en Huatulco encabezando la reunión de seguridad y atendiendo el apoyo para los damnificados y víctimas mortales del huracán Agatha. Llega con una semana de retraso del evento.

Entonces, confirmó lo que había anunciado: irá el secretario Marcelo Ebrard en mi representación y del país.

Un desaire innecesario a vez más la invitación de Biden.

López no lo quiere. Tiene interés en que Trump regrese a la Casa Blanca.

Quizá le gustó ser “doblado”, palabra del republicano, no mía y quiere otra dosis similar.

Quizá el fondo de la “amistad” es que ambos son populistas del mismo corte y se entienden, aunque México saque la peor parte.

No es explicable, diplomática y políticamente, la ausencia de López.

Hay versiones, solo versiones, de que la negativa obedece a que, en primer lugar, no se siente cómodo en reuniones de este tipo y, en segundo, porque se abordaría el tema del crimen organizado y el narcotráfico en la región del triángulo del norte, además de México.

Descabellada no es la versión. 

¿Será que sobre la figura del presidente de una parte de los mexicanos -él ha dividido a la población- estaría en la lista de los protectores de criminales?

Es especulación, sin duda, pero el trato que le brinda a los “integrantes de las bandas” levanta la sospecha.

No ir a la Cumbre es un error, se lo escribí ayer en este mismo espacio. De entrada, Biden todavía tiene dos años de mandato. Y desconocer el poder de la nación que gobierna, es doble yerro.

Uno tiene qué preguntarse con la seriedad correspondiente: ¿Por qué López no respeta a Biden?

Ebrard no será tratado como Jefe de Estado sino como una pieza del gabinete presidencial. Gritará: quiten el bloqueo a Cuba -es embargo- y pedirá que a estas reuniones se invite a todos los países del Continente.

Obedecerá ciegamente las órdenes de su jefe en aras de convertirse en el sucesor.

E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: Jesús Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por el 760 de Amplitud Modulada.

 

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