¿Incapaz o Ignorante?

Yo Campesino  

*Una Cosa es no Saber y Otra no Poder, el Ganso Suma Ambas “Cualidades”

MIGUEL A. ROCHA VALENCIA

De plano el actual machuchón de Palacio Nacional no sabe ni puede gobernar para bien y por eso, las cosas se hacen porque tiene el poder, no por ser lo mejor para el país. De ahí su creciente enojo, su manía de acusar a otros de sus tonterías y su intención de convertirse a líder de los peores, aunque deba pagar por ello.

Por eso, aunque el crecimiento del país sea negativo en los hechos y en comparación con sexenios neoliberales, se “engalla”, lanza laminazos a los vecinos del norte y hace alianzas con sujetos que cree con menor talento que él, como los dictadores latinoamericanos a quienes no sólo imita en los “métodos” de gobernar, sino en las posiciones frente a la concepción “normal” o “académica de la democracia.

Su ignorancia ya es conocida y la oculta con una retórica interpretativa de la historia, en tanto que su incapacidad para construir y gobernar, la evade acusando a los molinos de viento que, afirma, son sus enemigos y se oponen a su ambiciosa transformación.

Incluso, el pleito que arma contra Estados Unidos en todos sentidos y su rechazo a dialogar con personas, organizaciones civiles o instituciones que sí saben es muestra de ello, el ignorante con poder que agarra pleito para ocultar su minusvalía. NO se siente más, es menos.

Por eso, cuando se habla de economía es sólo cuando hay una aparente buena noticia, aunque en el fondo es sólo un destello frente a la oscuridad que reina en el país. Ciertamente, la Inversión Extranjera Directa se incrementó en el primer trimestre de este año, pero frente a tres años de retroceso en que salieron más de 45 mil millones de dólares y se contuvieron otras por 15 mil millones de dólares especialmente en el ramo de energía, hablamos de una recuperación, no de un adelanto.

Igual cuando el INEGI reporta un “crecimiento” del PIB del 1.8 por ciento al primer trimestre, porque en realidad está 2.7 por ciento por debajo del cuarto trimestre de 2018, es decir, se observa una pérdida de .9 por ciento, lo cual se traduce en que no hay más inversión que cuando asumió el poder el mesías tropical, sino menos en términos reales, a lo cual habría qué descontar inflación y tres años de retroceso.

Según el maestro Enrique Quintana, eso implica que, en pesos, la economía mexicana de hoy, vale 746 mil millones de pesos menos que en 2018. Es decir, somos más pobres y en tres años, en vez de crecer, decrecimos.

Con ello, ya en el cuarto año de la nefasta 4T, los mexicanos perdimos la esperanza de al menos alcanzar los pírricos crecimientos del 2.5 promedio de los neoliberales, y en cambio lamentar que, en tres años, la economía mexicana creciera un siete por ciento. Claro, eso no lo entiende o no lo dice quien se alzó como la gran esperanza de muchos y que otros siempre consideramos, si no una amenaza, sí un incapaz.

Y lo peor de todo es que en su discurso “de primero los pobres”, pierde todo el piso, pues a quienes más golpea la falta de crecimiento, inflación y desempleo y desocupación absoluta es precisamente a ese segmento de la sociedad, a los cuales también daña más el deterioro de los servicios de salud, educación y en suma el bienestar, aunque el profeta diga que son muy felices con todo y su miseria.

Muestra de ello, y como reflejo de la falta de inversión derivada de la desconfianza en el ganso y factores exógenos, es que los trabajadores, otra vez quienes menos tienen, perdieron si saber más de 253 mil millones de pesos en sus fondos de ahorro sólo en los cuatro primeros meses de este año.

Los sabihondos dicen que ello se debe a la volatilidad del mercado, donde curiosamente los administradores de Afores no pierden porque como no es su dinero, el daño lo cargan a los ahorradores, quienes, además, cargan con los efectos de la creciente inflación que se reporta en 7.32 por ciento en la general y en la subyacente en 6.4, con lo cual, todo sigue encareciéndose sin que pacto alguno la detenga.

Sólo como apunte, según la Consar, las afores reportaron en la década anterior a la 4T, rendimiento promedio anual descontada la inflación, del 4.34 por ciento, es decir en los períodos neoliberales de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Hoy es saldo es negativo.

La presión es tan fuerte que uno de los economistas más respetados, incluso por la 4T, el subgobernador de Banxico, Jonathan Ernest Heath, advierte que la institución tendrá que escalar hasta dos dígitos la tasa de interés para intentar frenar la inflación. Esto es incrementarla tres puntos más de lo que está hoy. Eso, en dinero y sus efectos, es mucho, pero nos indica que la espiral no cede y que los precios seguirán hacia arriba antes de estabilizarse al alza.

¿Quiénes pagarán más por ello? Todos, pero el impacto será mayor entre quienes tienen menos ingresos pues ingresarán a las filas de los pobres alimentarios a quienes no les alcanza su salario para adquirir la canasta básica.

Y si bien parte de esa inflación es importada porque cada vez compramos más alimentos y bienes necesarios en el exterior, el fondo está en la caída de la productividad y la producción en México por la eliminación de estímulos al sector primario, desde luego, la agricultura.

Hecho tan evidente que hoy las importaciones de granos básicos para consumo directo o industrial, se calculan en más de 40 mil millones de dólares y como pasa cuando vamos al súper, gastamos más, pero adquirimos menos, porque también la carestía se da en el exterior en cosas que la mayoría no conoce, como los fertilizantes, incluyendo los petroquímicos.

Otra vez, quienes sufren más por ello, son los pobres. De ahí que, ante la falta de financiamiento y estímulos a la comercialización, millones de hectáreas de temporal, dejarán de sembrarse y sus efectos en producción se reflejarán hacia fin de año, cuando se note que muchos campesinos, especialmente del sector social (ejidatarios y comuneros) no entreguen cosechas y se queden con lo que consigan en traspatio para su autoconsumo. La precariedad de las áreas rurales irá en aumento.

Pero eso sí, en una burda caricatura de “pepsicolo” como se moteó al extinto Adolfo López Mateos, el caudillo de Macuspana, fiel a su mediocridad, quiere ser el rey de la corte de los milagros y encabezar un movimiento destinado al fracaso donde estarían a quienes considera pares o más desposeídos de talento que él.

Ahí estarían los dictadorzuelos con economías empobrecidas, sociedades sometidas, ignorantes, sojuzgadas y limosneando, que son características de los regímenes autoritarios en América Latina, cuyos gobiernos están encabezados por caudillos que se impusieron por apoyados por la esperanza popular de redención, cambio y mejoría y que, al no verla, usaron el poder y las armas para mantener en el poder.

De ahí la balandronada contra la mayor potencia económica y militar de la tierra, porque, además, ante tantos yerros y complicidades, el machuchón tabasqueño trata de blindarse y hacerse fuerte, aunque entre los cómplices esté comprobada la corrupción y la tirria a todo lo que implique democracia, en aras de la cual, se treparon al poder.

 

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