Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Como slogan propagandístico, funciona.
En la realidad, es un sofisma.
Sí, hablar de “por el bien de todos, primero los pobres” dista de ser verdad… por lo menos en este gobierno que, pregona cual letanía su “compromiso”.
Al conocer el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic), se encuentra el desequilibrio financiero en el gasto y todo por mantener un mito: las gasolinas no subirán, Admito haberme equivocado al anunciar que ayer se salvaría México.
Durante la campaña y después ya en el poder, surgió el compromiso: cuando llegue a la Presidencia de la República la gasolina bajara a 10 pesos.
Tres años y 5 meses cuesta 26 pesos. Rocío Nahle presume que “en México es más barata la gasolina que en Estados Unidos”.
Claro.
Allá no arrojan al drenaje profundo o al ducto de Pemex ¡330 mil millones de pesos!
Sí, es la suma del subsidio que recibiremos todos los automovilistas cuando lleguemos a llenar el tanque.
¿Cuánto recibe un pobre por su pensión universal?
Si la sumadora no está dañada y el ábaco ofrece la cifra correcta ¡10 mil 800 pesos” durante el año.
A los programas sociales ¿cuánto se destina del presupuesto?
Conforme al Presupuesto de Egresos de la Federación, sumando todos los apoyos, se rascan los 400 mil millones.
Y con esa cantidad se atiene a ¡12 millones de pobres-pobres!
Claro, los otros 50 millones de pobres apenas salen en los padrones y muchos de ellos ni siquiera reciben dividendos por los votos que proporcionaron y aportan.
El presidente López tema que los fifís y los clasemedieros aspiracionistas se rebelen. No importa si son “minoría”. Sabe y bien el problemón en el que se metería si deja que las gasolinas y el diésel se vendieran a los precios internacionales, como se hace en los países democráticos y civilizados.
Los subsidios, en todos los sentidos, deben estar canalizados a quienes menos tienen o hacia los que apenas tienen algo. No para aquellos que lucen sus poderosos Porche, los VMW, los Mercedes, los Audi, los Ferrari, los Lamborghini, las Suburban… etcétera.
Gastar 330 mil millones en el año virtualmente equivalen a mil millones de pesos cada 24 horas.
¿Cuántas vacunas, cuántas toneladas de maíz, cuántas de arroz, cuántas de frijol?
Parafraseando al inquilino temporal de Palacio Nacional, porque para él es la medida de la inflación y de la economía ¿cuántos kilos de tortilla se comprarían con mil millones al día?
El Paquete Contra la Inflación y la Carestía destina recursos al subsidio de combustibles, pero no se advierte que se amplíe a otros productos o artículos.
Por lo menos no se advierte en ninguno de los 14 puntos que contempla el Pacic.
La peregrina justificación de que no subirán los fletes, el transporte ferroviario y el peaje en las autopistas se “congelará” el resto del año, no alcanza para apoyar lo destinado a las gasolinas.
El temor de exhibirse como un ignorante en materia de precios internacionales, demostrar que con las 6 refinerías en rehabilitación -parecen estar enfermas y a un paso de la eutanasia-, la compra de Deer Park y la construcción de la Olmeca serán, en futuro no en el hoy, la panacea para la economía de los automovilistas.
De plano: al presidente le gusta usar el dinero de todos los mexicanos que aportamos vía impuestos, para mostrar que no hay necesidad de encender el billete de mil… el lo arroja al drenaje profundo.
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