Instituciones, Derecho y Políticas Públicas

POR EZEQUIEL GAYTÁN

 

La tríada Instituciones, Derecho y Políticas Públicas es tal vez una de las fórmulas de aplicación política más efectivas en una democracia, pues aspira y logra que la calidad de vida de la sociedad sea una realidad debido a que es la armonización de la Administración pública ajena a favoritismos y a decisiones ocurrentes. Al mismo tiempo se trata de que las personas servidoras públicas se desempeñen dentro de la legalidad sin abusos del ejercicio del poder y la perversidad. Consecuentemente las políticas públicas son el dialogo, consenso y acuerdo entre el gobierno y los grupos sociales o sociedad civil a fin de orientar y dar respuesta eficiente y eficaz a las legítimas demandas y necesidades sociales. 

Las instituciones gubernamentales dentro de la trenza arriba enunciada se caracterizan por tener alcance social en el espacio público, pero no lo llena, ya que la convivencia y articulación con los sectores privado y social son esenciales para el fomento de la idea de comunidad. Aún más, responden al interés colectivo bajo el principio del interés público. Un país de instituciones tiende a ser un país en donde el orden organizacional trasciende las voluntades personales e intereses grupales ya que se rigen por normas jurídicas y administrativas rutinarias que evitan tratos discrecionales y heterogéneos.

Por su parte el Derecho invoca al Estado de Derecho que sostiene que todos los habitantes de una nación, sin excepción, están sujetos a las leyes, sus formas y contenidos. Aún más, toda ley, reglamento, decreto, acuerdo o norma administrativa deben sujetarse a la fundamentación y motivación requeridas y, si acaso hay controversia constitucional, el poder Judicial habrá de manifestarlo de manera imperativa y se respetará el Derecho de Amparo. En otras palabras, el Derecho acota tentaciones autoritarias de los gobiernos de una sola persona o grupo oligárquico que usan y abusan del poder total sin contrapesos, ya que no responden por sus acciones. De ahí que la correcta conducta, sobre todo de las personas servidoras públicas, se sustente también en el respeto a los Derechos Humanos, ya que eso otorga certidumbre y confianza a la sociedad. En consecuencia, queda claro que el Derecho engendra la cultura de la legalidad entre la población y se evita la aplicación de lo discrecional según el estado de ánimo del gobernante cuando se despierta. Garantizar estabilidad jurídica en las instituciones y en la vida pública es evitar la interpretación de lo absurdo. 

Finalmente, las políticas públicas son la posibilidad de llevar el debate al público respecto a la atención de las demandas y necesidades sociales desde el gobierno. Léase, es promover la participación ciudadana y buscar articuladamente con las instituciones gubernamentales el análisis de gestión necesario a fin de que se puedan lograr resultados de los bienes y servicios públicos demandados con la calidad adecuada, la cantidad suficiente y en la oportunidad requerida. Aún más, con transparencia y mediante la rendición de cuentas, ya que esos mecanismos serán los que prevengan y combatan la corrupción.

Todo lo anterior es el basamento con el cual se proyectan y despliegan las condiciones de la gobernabilidad democrática. Esa condición indispensable que oxigena la vida de una nación e impacta favorablemente en la convocatoria a fin de que los sectores público, privado y social concurran responsablemente en la economía nacional y consecuentemente en la productividad. La cual habrá de generar riqueza que, desde el Estado, pueda distribuirse bajo principios de igualdad de oportunidades y equidad de atención social.  

Gobernar requiere entendimiento de una gran cantidad de temas, convocar a expertos en muchas materias y alcanzar la colaboración de todos los sectores sociales. El presidente o primer ministro de una nación es responsable de la correcta y adecuada coordinación de esfuerzos, así como de cumplir con un perfil de hábil político que le permita fortalecer sus cualidades de liderazgo, habilidades directivas y sensibilidad social. Por lo mismo gobernar es un arte, una técnica y una ciencia que conjuntamente hacen a los estadistas. 

Un país de instituciones apegado a Derecho y que sepa aplicar políticas públicas es un país con futuro atractivo. El caso contrario: un país en el cual se desdeñan las instituciones y se les maneja con desparpajo. Un país cuyos gobernantes violan la Constitución cínicamente al crear leyes que contradicen la Constitución a fin de sostenerse en el poder y, por si fuese poco, menosprecia a la sociedad civil en la construcción de políticas públicas es un país con futuro áspero, injusto y rugoso.    

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