En la Nueva Invasión, México Reitera su Posición de la Guerra Irán-Irak

NIDIA MARIN

¿Está sucediendo algo similar a lo que ocurrió en la Organización de las Naciones Unidas cuando la guerra Irán-Irak?

Pareciera que, por lo menos hasta ahora, así ha sido. No me dejará mentir Agustín Gutiérrez Canet que en aquel tiempo estaba en la embajada de México en Estados Unidos.

Aquellos días nuestro país se caracterizaba con tener un gran secretario de Relaciones Exteriores, don Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa, quien hacía todo lo que podía ante la actitud morosa e incapaz de muchísimos países de reconocer el peligro de la situación de guerra, además de que estaban en juego una serie de intereses de otras tantas naciones que vendían armas a los dos contendientes.

Eran los años ochenta y la ONU estaba encabezada, primero por Kurt Waldheim, de Austria, quien concluyó en diciembre de 1981. Y llegó Javier Pérez de Cuéllar, del Perú, desde enero de 1982 hasta diciembre de 1991. Por cierto, en ese tiempo México, por segunda ocasión, era miembro del Consejo de Seguridad (1980-1981) y fue representado en el mismo por el político Porfirio Muñoz Ledo.

Fue nuestro canciller Castañeda y Álvarez de la Rosa, quien ante el Consejo instó a que comenzaran de inmediato las negociaciones y un diálogo, incluso al más alto nivel, entre los gobiernos de los Estados Unidos y de la entonces Unión Soviética. Además de resaltar que cuando las grandes potencias olvidan sus responsabilidades para con la comunidad internacional, los demás miembros de ésta tienen la obligación de recordárselas.

Sorpresivamente para algunos, el voto de México fue en contra de ambas potencias y proponía el empleo de los medios de solución pacífica en los casos de la guerra entre Irán e Irak y de otros conflictos presentes en el mundo. Evidentemente, durante el mandato de José López Portillo hubo cierto resquemor de parte de esos grandes bloques.

Fue en 1984 cuando el latinoamericano Pérez de Cuéllar tuvo el logro de conseguir que las dos partes en pugna aceptaran una moratoria en sus ataques en contra de civiles. Pero el acuerdo no fue largo. A los nueve meses, como parto, Irak bombardeó varias ciudades de Irán.

Así continuaron las confrontaciones hasta que Irán aceptó la resolución de paz en 1988. La misma había sido adoptada por el Consejo de Seguridad en julio de 1987. Al fin la habían logrado, pero la firma sucedió hasta agosto de 1990.

Más no todo fue miel sobre hojuelas, porque la ONU no hizo caso de las denuncias que desde 1983 hacía constantemente Irán respecto de que los irquíes estaban utilizando armas químicas, así que cuando llegó el pronunciamiento para la paz, Naciones Unidas reprobó, pero sin mayor contundencia, el uso de armas químicas, sin mencionar a Irak como atacante.

Hoy, nuestro país, asume una posición similar en la ONU. El titular de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, tras condenar la intervención militar de Rusia a Ucrania y solicitar su cese, rechazó el uso de la fuerza y condenó “enérgicamente” la presencia de fuerzas militares rusas.

Además, exigió que se respete su integridad territorial y que se proteja a su población civil.

A su vez, el Embajador Permanente de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente, también lanzó su condena por la invasión e hizo notar que en unas cuantas horas se pasó de la amenaza al uso de la fuerza, por lo que exhortó a no escalar más y pronunciarse por el diálogo.

Y recordó las cuatro invasiones que ha sufrido México: tres en el siglo XIX de parte de Francia, España y Estados Unidos y una en el siglo XX, de Estados Unidos, por lo cual es evidente esta posición respecto a la invasión rusa de Ucrania.  

 

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