Jugando con la Vida de los Seres Humanos, Animales e Insectos

A la Vuelta de la Esquina

Por Iván Ruiz Flores

Pareciera que en el mundo una buena parte de los ambientalistas tiraron el arpa de sus sueños para un mundo mejor y permiten que las decisiones de los ignorantes y de los ambiciosos destruyan los progresos de la civilización y en este caso de las naciones, al entrar en severo conflicto con el mundo natural.

Las amenazas siguen siendo reales: contaminación del agua y el aire por la lluvia ácida, calentamiento del planeta, destrucción de bosques y selvas y como consecuencia desertificación. México es un ejemplo claro en la zona del sureste de la República.

Tal y como lo ha dicho la Comisión Mundial Sobre Medio Ambiente y Desarrollo, la crisis diariamente se incrementa no obstante que cada vez hay más pruebas de la estrecha relación existente entre la salud y el medio.

Las advertencias no cesan y los ejemplos posteriores a las mismas tampoco. “Estamos sobrecargando nuestro entorno y nuestros alimentos de productos químicos. Ciertas enfermedades infecciosas muestran signos de reactivación de resultas de la creciente pobreza y de la incapacidad de satisfacer las necesidades fundamentales de la población. La malnutrición sigue oponiendo un grave obstáculo a la salud y al desarrollo de los recursos humanos. Si las actuales tendencias persisten, será imposible que la Organización Mundial de la Salud alcance su meta de “salud para todos”.

Pero en todo el mundo hay personas impulsadas por la ignorancia, la ambición y la vanidad cuya pretensión es quedar inscritos en la historia. Sin embargo, en México no cabe duda que el desprecio hacia los gobernantes que destruyeron bosques y selvas será inconmensurable.

Rhett A. Butler escribió el 5 abril de este 2021 que el año pasado “el planeta perdió un área de cobertura arbórea más grande que el Reino Unido en 2020, incluidas más de 4.2 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios, según datos publicados por la Universidad de Maryland”.

Asimismo, dio a conocer que la pérdida de cobertura arbórea aumentó “tanto en los trópicos como en las regiones templadas, pero la pérdida fue mayor en los bosques tropicales primarios, sobre todo por el aumento de la deforestación y los incendios en la Amazonía, la selva tropical más grande de la Tierra”.

El especialista menciona que los datos hasta entonces disponibles en el Global Forest Watch del World Resource Institute, indicaban que la pérdida de bosques se mantuvo alta en el período inmediatamente posterior a la pandemia, pero “no muestra cambios sistémicos obvios como resultado de la pandemia del Covid-19”.

En cuanto a México, dicha institución, así como la Universidad de Maryland advirtieron que el año pasado nuestro país ocupó un sitio entre los 10 primeros lugares del mundo con pérdida de bosques primarios, ya que fueron destruidas 68 mil 500 hectáreas de selva tropical.

Evidentemente no señala las construcciones del Tren Maya y del Ferrocarril Transismico, así como la deforestación causada en Quintana Roo por el programa gubernamental “Sembrando Vida” que lleva a cabo la administración de Andrés Manuel López Obrador.

De por sí México ocupaba los primeros lugares en tasas de deforestación en el mundo con 75,000 a cerca de 1,098 millones de hectáreas por año, hoy rebasadas.

En la Declaración de Río de Janeiro, sobre Medio Ambiente y Desarrollo, adoptada en la Conferencia de la Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el desarrollo, adoptada en 1992 se considera:

En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes.

Además, en la reciente Conferencia Sobre el Cambio Climático efectuada en noviembre pasado se advirtió que para tener la oportunidad de limitar el calentamiento global a 1.5°C, los próximos ocho años serán cruciales.

“Los gases de efecto invernadero deben reducirse a la mitad. En la práctica, esto significa que, además de las nuevas NDA, se deben reducir otras 28 gigatoneladas de CO2 equivalente (GTCO2e) de emisiones anuales. Se necesita una caída anual en las emisiones de 13 GtCO2e para limitar el aumento de la temperatura a 2°C.”

Y ante la pregunta de qué significaría para el planeta un aumento de la temperatura de más de 2,7 °C, la respuesta fue:

Cualquier aumento de la temperatura que se acerque a 2.7°C sería un desastre para la humanidad y muchas de las especies del planeta”.

Pero de acuerdo a información sobre la propia reunión, según el Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre Cambio Climático, incluso un aumento de 2°C “tendría un gran impacto en los alimentos, la seguridad y la salud humana”.

Grave también es el planteamiento acerca de la probabilidad de que “… los insectos, vitales para la polinización de cultivos y plantas, pierdan la mitad de su hábitat a 1.5°C. Esto se vuelve dos veces más probable a 2°C.  La frecuencia e intensidad de las sequías, tormentas y fenómenos meteorológicos extremos aumentarán con cada incremento de la temperatura, como ya estamos viendo con un aumento de la temperatura global sobre los niveles preindustriales de alrededor de 1.2°C”.

No se puede minimizar la problemática, ni en Méxikco y tampoco en el mundo.

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