Debemos Cambiar de Régimen Político

Por Alberto F. Mena Mallen

México requiere de cambios y de transformación, pero tenemos políticos mediocres que no han tenido el “feeling” de ver qué caminos debemos tomar para ser un México prospero, de pujanza, de avanzada, particularmente cuando tenemos todos los recursos a nuestro alcance, particularmente a su gente, a los mexicanos que reconocen que queremos un cambio, pero no al estilo de la 4T.

¿Por qué no han pensado en modificar nuestro régimen político de partidos cuando ya vimos que se han podrido, que se sirven del poder para beneficio propio y no para beneficio de las personas, cuando se avanzó con los años en la organización de las elecciones con organismos autónomos que, de igual forma, se volvieron parciales o “blanditos” en sus determinaciones?

Y lo vemos con las elecciones pasadas, cuando el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, acusó a los partidos políticos y a las autoridades electorales, sobre todo a Morena, de permitir la participación en las elecciones del crimen organizado, al tener pruebas al respecto, pero que hasta la fecha nada se ha concluido en forma, se han hecho a un lado estas acusaciones o se pretende que se olviden. Igualmente, el que la mitad del país, particularmente las entidades del oeste del país se pinten de morado, hace pensar en este sentido.

Se habló mucho de que se reducirían los recursos hacia los institutos políticos y es hora de que nada pasa. Se prometió eliminar a los legisladores plurinominales y tampoco nada se ha hecho. Se aprobó la propuesta del jefe del ejecutivo federal de la revocación de mandato, que se aplicará en marzo del próximo año, y se acusa de que es una promoción electoral presidencial.

Pero, por que mejor no se analiza la posibilidad de modificar las elecciones en nuestro país y que en lugar de dicha revocación de mandato y los gastos que ello representa, utilizar el sistema gringo de elecciones, es decir, que el periodo presidencial sea de 4 años y que exista la posibilidad de reelección por única ocasión, a través de comicios como sucede en los Estados Unidos. Así se refrendaría el buen trabajo que se realice o, por el contrario, se evitaría que siguiera gobernando, en caso contrario, como sucedió con Donald Trump.

Ya sé que es cuestionable esta propuesta, pero es más práctica que utilizar la revocación de mandato, la cual también se puede utilizar, pero como un elemento que permita correr a los gobernantes en caso de que no cumplan o desvíen los propósitos para los que fueron elegidos, y evitar que se use como un espacio para promover a quienes va dirigido, propuesta que se haría con una reelección a mitad del ejercicio de gobierno como pasa en Norteamérica.

El actual presidente de la República prometió cambiar nuestro régimen político por una 4T (Transformación), lo que ha logrado en breve tiempo, pero que no será suficiente, particularmente en una época de globalización, donde este sistema de nacionalismo se envejecerá más rápidamente de lo que se podrá esperar con la actual administración.

Primero, Andrés Manuel López Obrador, se fue directito y sin mirar atrás lastimando a miles de mexicanos que ven en esta 4T un problema, más que una solución a sus demandas de mejoras personales. Ha maltratado a instituciones, a periodistas, a organismos diversos, hasta a sus cuates y colaboradores que no cumplen con lo que el pidió desde el inicio de su gobierno, lealtad y más lealtad, mejor que experiencia y profesionalismo en sus campos de acción. También busca desaparecer a organismos autónomos como el INE, lo que al momento no ha podido llevar a cabo.

Los institutos políticos eligen a candidatos cuestionados y que ganan, como sucede en San Luis Potosí, o a un candidato en Guerrero con acusaciones de abusos sexuales, lo que finalmente no alcanzó a llegar, pero sí su hija que poca experiencia tiene en cuestiones administrativas y de organización, y que llegó gracias al apoyo presidencial y de su partido político, sin importar que no sea el mejor candidato o candidata.

Otro ejemplo sucede con la actual secretaria de educación pública, quien cuando candidata a la presidencia municipal de Texcoco, les quitó parte de su salario a los trabajadores de dicho ayuntamiento, por lo que años después su partido fue multado, pero todo quedó en eso. También fue diputada federal y candidata a la gubernatura del Estado de México. Es decir, continuó en la política a pesar de estas aberraciones.

Saul Huerta y David Monreal fueron otros candidatos acusados de acoso sexual; el primero fue desaforado, pero al final de su gestión y el segundo ahora es gobernador de Zacatecas; además hay otros personajes que fueron candidatos a diversos cargos de elección popular que también fueron acusados por diversos cargos y poco se ha hecho al respecto en cuanto a sanciones por ello.

Una de las extravagancias de la política mexicana la representa el dirigente del Partido del Trabajo (PT), Alberto Anaya, -quien ha sido ocho veces legislador-, quien ha sido un líder por más de 30 años, y que gracias a que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), invalidó una reforma estatutaria, que, de haber prosperado, hubiera permitido a los mandos de ese partido acumular 45 años en la cabeza del instituto político.

Ahora, de igual forma, los partidos políticos se muestran sumisos al poder del Ejecutivo Federal, situación que es negada constantemente, pero ya se observó que cuando el presidente ordena no quitarle ni una coma a sus propuestas, así son analizadas y aprobadas por quienes quieren quedar bien con el mandatario.

Ante todo lo anterior, el propio gobierno, que quiere ser de los mejores que han existido en nuestro país, debe de buscar o apoyar la creación de nuevos partidos políticos que permitan renovar esas estructuras anquilosadas, corruptas y viejas, que poco a poco se han echado a perder por los grandes intereses que existen en sus interiores.

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