Por Jesús Michel Narváez
Dos expresiones presidenciales que dejan mucho qué desear: no hablar del aborto porque se desgasta la investidura y la liberación de asuntos políticos para “terminar de consumar la cuarta transformación”.
Gobernar no es tarea fácil y tampoco de un solo hombre… si presume de demócrata.
Claro que hay desgaste. Si el presidente López supone que sus desaciertos no producen cansancio estructural, no tiene idea de lo que es conducir los destinos, aunque equivocados, de un país.
Se desgasta por el mal manejo de la pandemia; se desgasta por no entender la economía y abandonar a las micro empresas; se desgasta cuando es incapaz de cumplir el compromiso de combatir la criminalidad y la violencia; de desgasta al mostrar su desprecio por las clases medias; se desgasta por dividir a los habitantes que gobierna; se desgasta al enviar iniciativas de ley que tienden a fortalecerlo como el HOMBRE único; se desgasta al desconocer la Constitución e interpretarla sin sustento jurídico; se desgasta al atacar sin miramiento a los órganos electorales, autónomos constitucionalmente; se desgasta al pretender utilizar el dinero de las reservas internacionales para pagar deuda externa; se desgasta al no crear empleos; se desgasta al tratar de imponer sus criterios incluso en otros países; se desgasta al ordenar o permitir el uso de violencia extrema en contra de los migrantes y un largo etcétera.
Claro que hay desgaste.
¿Creía que gobernar era comer memelas y tlayudas o barbacoa de Querétaro?
Preocupante que se desentienda de los temas políticos.
Dice que el nombramiento de Adán Augusto López como secretario de Gobernación obedece a que se hará cargo de los asuntos políticos del gobierno.
“También todo lo relacionado con iniciativas de ley, la defensa del Gobierno cuando están de por medio amparos, denuncias, todo eso le corresponde al secretario de Gobernación, eso me libera…”.
Ciertamente hay desdén por la responsabilidad. Hasta el 3 de septiembre el Consejero Jurídico tenía su residencia en la Presidencia de la República. Quien ocupase el cargo, acordaba directamente con el presidente. Por eso en la Ley Orgánica de la Administración Pública se define la consejería jurídica y sus responsabilidades.
La nueva titular de esa área ahora estará bajo la batuta del titular de Gobernación, conocido en su pasado encargo -está de licencia- como el gobernador garrote, lo cual evidencia que los asuntos jurídicos del Gobierno mexicano dejarán de ser de interés presidencial para cederlos a uno de sus empleados.
¿Ya no abordará temas políticos, jurídicos (con desconocimiento, por supuesto) y legislativos en sus mañaneras?
¿Tampoco hablará de remover al fiscal de Guanajuato o encarcelar al mandatario de Tamaulipas o al exjefe nacional del PAN?
Son preguntas. Porque son de los temas que cotidiana y machaconamente habla. Y son asuntos políticos. Lo de los amparos, son jurídicos. Las denuncias de igual manera.
Llama la atención que no “ceda” -quizá porque no la tiene- la relación con la sociedad civil al responsable de gobernación.
Andrés Manuel López está fortaleciendo no a la dependencia sino a su titular, lo que preludia un enfrentamiento con políticos, jueces, legisladores, medios de comunicación y periodistas. La mano dura se quiere hacer sentir.
Sería bueno que el señor Adán Augusto López Hernández leyera algunas de las frases de Fernando Gutiérrez Barrios cuando ocupó la cartera al inicio del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Una recomendable: “No hace falta dar el manotazo. Hay que tener trato de terciopelo, pero con firmeza”.
Ahí la dejo.
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