La UEFA 2020 y Política

Por Itzel Toledo García

La Euro 2020, el torneo de fútbol europeo, tuvo lugar del 11 de junio al 11 de julio de este año. Organizada por la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA por sus siglas en francés) -una de las seis confederaciones pertenecientes a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA)- la decimosexta edición de la Euro 2020 contó con 24 selecciones nacionales y 51 partidos en 11 sedes: Sevilla, Roma, Bakú, Bucarest, Budapest, Múnich, Ámsterdam, Londres, Glasgow, Copenhague y San Petersburgo.

Dentro de este torneo, el miércoles 23 de junio se enfrentaron las selecciones nacionales de Alemania y Hungría en la Allianz Arena de Múnich, siendo el resultado final 2-2. Este partido ocurrió en un contexto de controversia pues Dieter Reiter, alcalde de Múnich por el Partido Socialdemócrata de Alemania, había solicitado iluminar la Allianz Arena con los colores de la bandera arcoíris con el objetivo de apoyar los derechos LGTBQ+, los cuales están bajo constante ataque del gobierno húngaro de Viktor Orbán. Por ejemplo, este junio el legislativo húngaro pasó una ley (150 votos a favor, 1 en contra) que prohíbe la aparición de personas homosexuales en materiales de educación y en programas de televisión para menores de 18 años. Este tipo de decisiones ha hecho que al gobierno de Orbán se le caracterice como homofóbico y transfóbico.

La UEFA aceptó que problemas como la homofobia, el sexismo y el racismo existen en el fútbol, pero rechazó la solicitud de iluminar la Allianz Arena con los colores del arcoíris el día del partido entre Hungría y Alemania bajo el argumento de que “en sus estatutos, es una organización política y religiosamente neutral. Dado el contexto de esta solicitud específica, un mensaje que apunta a una decisión tomada por el parlamento nacional húngaro, la UEFA debe rechazar esta solicitud.” Si bien la UEFA señaló que la solicitud de iluminación de la Allianz Arena con la bandera arcoíris era un acto político que no podía aceptarse para el día del partido entre Hungría y Alemania, consideró que el estadio podría iluminarse el 28 de junio (fecha en que se celebra desde 1970 el Día Internacional del orgullo LGBT y se conmemoran los disturbios de Stonewall en protesta a una redada policial que ocurrió en el pub Stonewell Inn en Nueva York el 28 de junio de 1969) o en la semana del 3 al 9 de julio, semana que se conmemora ese evento en Múnich.

Esta decisión llevó a varias protestas tanto en el ámbito del fútbol como en el general. Las redes sociales de Alemania y otros países se llenaron de mensajes que acusaban a la UEFA de pink washing (término que caracteriza las estrategias políticas y de marketing que realizan instituciones, empresas, países y personas para mostrarse como simpatizantes de la diversidad sexual para ser percibidos como progresistas y abiertos y así obtener beneficios) pues en varias ocasiones ha apelado a que es una institución que busca un mundo más justo y respetuoso de la diversidad sexual. Además, algunos clubes alemanes y europeos decidieron poner sus logos con banderas de arcoíris -algo que también hicieron compañías alemanas como Siemens, BMW y Volkswagen- y otros estadios en Alemania se iluminaron con la bandera de arcoíris. Aunado a ello, miembros de la comunidad LGTBQ+ y activistas por los derechos humanos regalaron banderas de arcoíris a personas que asistieron al partido. Incluso un espectador bajó a la cancha con una bandera de arcoíris mientras sonaba el himno nacional húngaro. Por su parte, las autoridades húngaras vieron con alegría la decisión de la UEFA, la cual consideraron adecuada. Incluso inventaron que en Alemania se distribuían “fake news” sobre Hungría y su legislación.

Esta no es la primera ocasión en que un torneo de fútbol lleva a controversias políticas. Tan solo por dar un ejemplo podemos recordar el “Partido Fantasma”. En el contexto de la Guerra Fría y la competencia intercontinental rumbo a la Copa Mundial de Fútbol de 1974 en Alemania Occidental, la selección soviética pidió a la FIFA que el partido de vuelta con Chile no tuviera lugar en el estadio Nacional de Santiago el 21 de noviembre de 1973, pues era sabido que el gobierno del dictador Augusto Pinochet había torturado a personas favorables al gobierno socialista de Salvador Allende en el momento del golpe de Estado. Ante la negativa de la selección chilena de cambiar de sede el partido, la FIFA se negó a cambiar de sede argumentando que debía mantener la neutralidad política. Finalmente, la selección soviética no jugó y Chile clasificó al mundial.

La UEFA no explicó por qué consideraba que iluminar el estadio el día del partido Hungría-Alemania era un acto político, pero hacerlo el 28 de junio no era un acto político. Esto nos invita a reflexionar sobre varias cuestiones: primero, que existe una tendencia en asumir que una postura neutral es apolítica cuando es por sí misma política. Segundo, que la FIFA y sus organizaciones son actores económicos que actúan según su conveniencia económica y no por valores, pues la UEFA prefirió evitar problemas con la selección de fútbol húngara, la cual le genera ingresos económicos, que defender valores que solamente promueve cuando es políticamente correcto (28 de junio). Tercero, que para este tipo de organismos internacionales apelar a un mundo más justo es importante, pero comprometerse con ello no lo es, como demuestra la falta de equidad en los salarios entre equipos masculinos y femeninos, o incluso la falta de existencia de equipos mixtos.

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