Las Palabras Guangas que Salen de la voz de Palacio

Por Nidia Marín

El último día de julio de 2021, en medio del rebrote de coronavirus y de una crisis de seguridad que no se veía en muchos años, al presidente de México (y quien sabe si de todos los mexicanos, ya que el Cartel Jalisco Nueva Generación entre varios dice que suyo no es), llevó a cabo un informe para seguir mintiendo.

No entiendo por qué no le basta al habitante temporal de Palacio Nacional, con las mañaneras, donde dice lo que quiere y sus adeptos presentes y ausentes le aplauden, aunque sea una mentira que rebase todos los límites de la inteligencia y los conocimientos nacional e internacionalmente.

Aseguran los psicoanalistas que estudian a los mentirosos que hay ocho tipos de mentiras:

Una de éstas es la “piadosa”, aquella cuya intención es de no hacer daño, benevolente, no para no herir a las personas. Evidentemente no es el caso porque las mentiras palaciegas nadie las cree, irritan a un buen número y en el mejor de los casos son objeto de burlas.

Otras son las llamadas mentiras “de promesas rotas”. Estas, en el zócalo tienen el cetro. Se trata de aquellas promesas realizadas sin alguna intención de darles cumplimiento y sólo para obtener algún beneficio pasajero o no. Es el caso y sólo hay que revisar su retahíla para darse cuenta de que el mayor porcentaje de promesas fue mentira.

Aquellas chapuzas resquebrajadas, a veces se confunden con las mentiras intencionales. Son las que se pronuncian con desprecio y con interés propio. Se trata de obtener algo (y desafortunadamente “ya saben quién ya lo obtuvo”) de hacer daño, lo cual ocurre un día sí y el otro también en de todo aquel que no esté de acuerdo con sus volátiles y absurdas políticas.

¿Y quién puede decir que el inquilino temporal de palacio no practica el autoengaño? Nadie, porque lo conocen o porque no les conviene que él lo sepa, ya que su ira sería terrible. Prueba de ello, dice él mismo, es haber doblegado al poder económico o salir adelante con “abrazos no balazos”. ¿De verdad lo cree? El hecho de que él diga que tiene otros datos no significa nada certero. Eso no es verdad y tampoco le importa. Es la frase que encontró para no admitir los descalabros, los rubros en los cuales reina la debacle a lo largo del país, como es en empleo y seguridad.

Otra de sus grandes patrañas, convertidas en logros desde Palacio Nacional, es el lanzamiento de rumores, sea por boca propia o a través de esa serie de personillas que pululan a su alrededor para hincharle el ego.

La compulsión, también es muy dañina señalan los psicoanalistas y bueno, sería conveniente una revisión a fondo de expertos en la materia para sanar al habitante temporal de Palacio.

En el mundo abundan los mentirosos y los más peligrosos son quienes aplican la mentira política, porque como dicen los expertos: “…es probable que la motivación de los políticos sea que su respuesta mendaz quede registrada, o que la veraz no lo haga…”.

Y ante “las mentiras descaradas” explican que cuando se miente con insolencia “se busca insultar al interlocutor, más que engañarlo”. En el caso que nos ocupa lo logra, aunque hace tiempo que los resultados que obtiene son las burlas de las presuntas víctimas.

Algo más expuesto por uno de los tantos estudiosos de la mentira, Juan Manuel Santos Castro, en su trabajo “Políticos Mentirosos y Tramposos Democráticos: ¿Es La Mentira Política Diferente de Otras Clases de Mentiras?”, publicado en Universitas Philosophica, es que:

“Las formas de la mentira política son variadas, porque los políticos aprovechan los recursos de un lenguaje que no tiene el propósito principal de comunicar literalmente lo que se dice. De hecho, los géneros del discurso político son numerosos: la arenga preelectoral, la propaganda, el discurso de posesión o toma del poder, las alocuciones públicas de ataque o defensa de políticas o de individuos, los informes periódicos frente a la nación, los mensajes públicos en fechas conmemorativas, los testimonios autobiográficos o de memoria histórica, las declaraciones espontáneas en medios de comunicación masiva, y recientemente, los mensajes en redes sociales…”

Y el tema viene a cuento porque a raíz de su dizque informe más reciente, la Consultora Política SPIN señaló que en estos 31 meses de gobierno el habitante de Palacio Nacional ha dicho 56,181 mentiras o bien afirmaciones falsas o engañosas, es decir un promedio de 88 en cada mañanera.

Por eso, aquello de “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo” es una frase que como dicen en los pueblos le queda guanga (en purépecha), lo que significa que le está quedando grande.

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