“El Juicio de Axis Sally”

Del Cine y las Leyes

Traición o Devoción

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“El juicio de Axis Sally” (“American Traitor: The Trial of Axis Sally”) película dramática, dirigida por Michael Polish, protagonizada por Al Pacino (James Laughlin), Meadow Williams (Mildred Gillars), Swen Temmel (Billy Owen), Thomas Kretschmann (Joseph Goebbels), Mitch Pileggi (fiscal John Kelly), Lala Kent (Elva asistente del fiscal) y Carsten Norgaard (Max Otto Koischwitz); estrenada el 28 de mayo de 2021.

Mildred Gillars, a quien apodan como “Axis Sally”, como promotora de la política del Tercer Reich, se dedica a emitir propaganda Nazi durante la II Guerra Mundial, pero al terminar la guerra es capturada y juzgada por traición en una Corte de Washington D.C.

El guion está basado en el libro Axis Sally Confidential, de William E. Owen, que narra la vida de Mildred Gillars, una cantante y actriz estadounidense que durante la Segunda Guerra Mundial transmitió propaganda nazi a las tropas estadounidenses y a sus familias; se le procesó por traición al considerar que su programa transmitido desde Berlín bajaba la moral de los soldados combatientes.

UNA OPORTUNIDAD PARA TRIUNFAR

La película comienza con el arresto de Mildred Gillars en Alemania después del fin de la guerra, es extraditada a Washington y acusada de ocho cargos de traición, su caso queda en manos del abogado James Laughlin, a quien le llaman ‘Asesino de jueces’.

Pero ¿qué hacía una actriz americana en Alemania en plena Guerra Mundial?

En una breve entrevista que tiene Gillars con Joseph Goebbels, el espectador sabe que ella estaba en Alemania desde 1934, pues pretendía estudiar música y que trabajaba como maestra de inglés en la Academia Berlitz de Berlín, pero ha entrado a la radio gracias a Max Otto Koischwitz, quien es productor de un programa radiofónico; así que Goebbels, en su carácter de ministro de Propaganda nazi, la contrata para que emita transmisiones de radio dirigidas al pueblo norteamericano, por lo que ella ve una oportunidad de triunfar, pero pronto se da cuenta que el verdadero fin era socavar la moral de las tropas estadounidenses.

EL PODER DE LA PALABRA

Al principio, Gillars alienta a los estadounidenses a mantenerse al margen de la guerra, diciéndoles que Alemania es un mejor aliado que Inglaterra con frases como: “Sólo digo estas cosas porque me preocupo por ti”, pero después del ataque a Pearl Harbor, les advierte sobre el poder de las fuerzas armadas alemanas, diciendo: “¿Qué posibilidades tienes?” “No es demasiado tarde para rendirse”.

El medio de comunicación masivo a nivel mundial en aquella época era la radio, por lo que Gillars llegó a tener cientos de miles de escuchas, y el propio Joseph Goebbels le dice: “La palabra hablada es el arma más poderosa del mundo, y funciona mejor cuando quienes están siendo manipulados confían en que están actuando por su propia voluntad”. De aquí en adelante, Gillars sólo se dedicaría a leer literalmente los guiones supervisados por Goebbels.

Durante la guerra, Gillars les dice a los soldados americanos que mientras los hieren, sus esposa, hijas o novias se enamorarán de otros hombres que están en casa; Max tiene otra idea para el programa de radio que es visitar a prisioneros de guerra estadounidenses e informar sobre su tratamiento y sus mensajes a casa, editándolos para que parezcan bien cuidados y para mostrar admiración por los médicos alemanes, al menos muchas familias se enteraban de que sus combatientes estaban vivos.

AXIS SALLY Y OTRAS PROPAGANDISTAS

Mildred Gillars, llamada por los militares como Axis Sally, era muy escuchada tanto en los frentes en Europa y Norte de África, como en los propios hogares americanos, pues normalmente alternaba entre música swing y mensajes de propaganda dirigidos a los soldados.

Axis Sally era el apodo genérico dado a las personalidades de la radio que transmitían propaganda en inglés en nombre de las potencias europeas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial; entre estos personajes la más conocida es Mildred Gillars, y luego Rita Zucca, una italoamericana que retransmitió para Italia.

Japón utilizó varias locutoras usando diferentes alias y en diferentes ciudades del Imperio, incluidas Tokio, Manila y Shanghai, también para desmoralizar a las fuerzas aliadas en el extranjero y a sus familias al enfatizar las dificultades de las tropas durante la guerra y las pérdidas militares, a estas locutoras se les conoció como ‘Tokyo Rose’, término que nunca fue utilizado por alguna emisora japonesa, pero apareció por primera vez en los periódicos estadounidenses en el contexto de estos programas de radio durante 1943.

Los propios americanos tuvieron su influencer en la persona de Mitsu Yashima, una artista japonesa, quien junto con su esposo Taro criticaron la expansión militar de Japón y la represión cada vez más dura de la disidencia por parte del gobierno, por lo que fueron encarcelados y torturados por Tokkō (policía superior especial), teniendo que huir a los Estados Unidos, donde se unió a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), enviando propaganda estadounidense a los japoneses.

MIEDO O CONVICCIÓN

Laughlin le dice a Gillars que además de Hitler, ella es la persona más odiada en Estados Unidos, pero todavía está viva; Gillars le exige que demuestre su inocencia, a lo que él responde que lo mejor que puede hacer es asegurarse de que tenga un juicio justo.

En la Corte, el fiscal John Kelly y su asistente Elva, tratan de convencer al jurado que debe ser condenada a pena de muerte, pues la traición es el delito que más daño inflige porque ataca a un país, no a un individuo; el abogado Laughlin y su pasivo asistente Billy Owen sostienen que no era Gillars quien estaba entregando estos mensajes, sino un personaje ficticio que leía un guion escrito por otros, que las transmisiones no minaron la moral porque nadie las tomó en serio; y que ella no tenía otra opción, pues aquellos que no hicieron lo que ordenaba Goebbels fueron enviados a campos de concentración o asesinados.

La Fiscalía insiste que el miedo de castigo no constituye un castigo real, a lo que la defensa responde: ‘Los que sufrieron un castigo real están muertos, en un campo de concentración o de una bala en la cabeza, así que no los puedo traer como testigos.’

Una pregunta fundamental en la película es hasta qué punto fue manipulada Gillars y hasta qué punto actuó por su propia voluntad; al final fue absuelta de siete cargos de traición y sólo condenada por uno, que fue la transmisión de la radionovela ‘Visión de una invasión’ transmitida en la noche de Navidad de 1944.

Pero, entonces ¿cómo se le puede culpar a alguien de traición cuando la alternativa era la prisión o la ejecución?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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