Por Jesús Michel Narváez
Para que le vayan midiendo el agua a los camotes: A ningún familiar de las 203 mil personas fallecidas por el Covid-19, le envió un mensaje simple.
Pero a su amigo personal, con quien se identifica, a quien invitó a México en dos ocasiones, le exclama: “ánimo compañero”.
Junto con los presidentes de Bolivia, Venezuela, Cuba, Nicaragua y cruzando el atlántico de Rusia, Irán y China, el de México teje sus amistades. Las personales. No las del país, aunque las realice a nombre de los 126 millones de habitantes.
Se advierte el camino. No se trata de especular. Es mostrar la realidad. Salvo sus virtuales encuentros con Joe Biden , Justin Trudeau y Emmanuel Macron, no se sabe que haya “dialogado” -es un supuesto- con Angela Merkel, Boris Johnson, Pedro Sánchez, Moon Jae-in, por citar a algunos. Todos los que no son de su “linaje-línea” no merecen la atención de “ánimo compañero”.
Hay que recordar que Johnson se contagió del letal virus y la salvó; lo mismo Bolsonaro que Macron. A ninguno de ellos les envió siquiera un mensaje de solidaridad.
Pero al argentino, Alberto Fernández, le dirigió sus sentidas palabras.
Todavía no se entiende a qué le está apostando. Su vecino, nuestro vecino del norte, es por mucho el país que más debe importar. Con las diferencias ideológicas -si es que las hay de este lado del Río Bravo-, la relación es de vid o muerte. La economía de Estados Unidos está en franca recuperación y comienza a jalar a la mexicana. No hay otro socio comercial como el vecino. Y no tratar de llevarla bien sino con frecuentes desencuentros -no sé porque tiene que opinar en temas que solo nos corresponden a los mexicanos: López (sic)- parece un despropósito.
Además, si su compañero se contagió después de recibir las vacunas Sputnik V, hay que comenzar a temer la aplicación. Lo que pasó con AstraZeneca no es para desestimarse. El compañero al que le da ánimo, es el mismo que intercedió con Vladimir Putin para que le vendiera 2.7 millones de dosis México. Lo confirmó el vocero sanitario después de su estancia en Buenos Aires.
El círculo se va cerrando. Y se advierten las preferencias presidenciales.
¿Cambiaremos de rumbo cuando en los países con los que se habla de tú con sus pares viven pésimas economías y gozan de cabal corrupción?
Las contradicciones de siempre y en sábado de gloria.
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