El Circo Nacional

Por Alberto F. Mena Mallen

Queremos a legisladores profesionales y no a “levantadedos” en el Congreso de la Uniòn, ya que se está demostrando que sólo sirven en forma mayoritaria al poder Ejecutivo Federal y poco al pueblo, al que se ha beneficiado de forma mínima con las últimas reformas que se han aprobado para crear la 4T. No hay respeto por las leyes que este poder ha generado ni por las existentes.

Aún estamos en espera de las promesas de eliminar a los legisladores de representación popular, para que realmente haya una representación mayoritaria de todos los mexicanos.

Ya se han presentado propuestas para reducir el número de diputados y senadores, incluso hay quienes afirman que el llevar a cabo esta decisión podría perder legitimidad el Congreso de la Unión.

Pero hay propuestas que pueden ser más apropiadas, como la de que lleguen a estas cámaras quienes ganen las votaciones en primer y segundo lugar, en vez de los de representación proporcional, ya que ello podría tener mayor representatividad ciudadana que los ya existentes. Algo semejante a la conformación del Senado de la Repùblica.

Hay quienes hablan que si se eliminan estos cargos se podría perder representación ciudadana sobre todo en los equilbrios que deberían de existir en cada entidad federativa, ello, ante las desigualdades del número de ciudadanos que existen en los mismos. Por ello sería interesante elaborar un análisis de esta posibilidad para ver su viabilidad.

En nuestra historia se han presentado diversas iniciativas que han modificado al Congreso de la Unión, por ejemplo, en 1963 se introdujeron los llamados diputados de partido; en 1977 se dispuso que habría 300 diputados por mayoría relativa (distritos electorales uninominales) y 100 de representación proporcional mediante el sistema de listas regionales, votadas en circunscripciones plurinominales (hasta 5).

La reforma de 1986, aumentó a 200 el número de diputados electos por el principio de representación proporcional y modificó algunas bases del procedimiento de asignación de estos 200 diputados.

La reforma de 1993 estableció que deberían elegirse cuatro senadores por cada Estado y el Distrito Federal, tres electos según el principio de votación mayoritaria relativa y uno asignado a la primera minoría. La senaduría de primera minoría le será asignada a la fórmula de candidatos que encabece la lista del partido político que, por sí mismo, haya ocupado el segundo lugar en número de votos.

Algo así debería de implementarse en la Cámara de Diputados para que no existan diputados de partidos que solo sirven a los intereses de éstos y de las camarillas que dominan estos grupos políticos. Incluso modificar los periodos para que sean, al igual que en el Senado, semejante en la de diputados.

La reforma del 96 incluyó la representación proporcional en la Cámara de Senadores, para elegir treinta y dos miembros, mediante el sistema de listas votadas en una sola circunscripción plurinominal nacional. Conserva el principio de votación de mayoría relativa, para atribuir dos escaños al ente político que obtuvo el triunfo en el estado o Distrito Federal, y uno a la primera minoría, partido político o coalición que hubiera quedado en segundo lugar en la votación en cada entidad federativa.

Este es un sistema mixto predominantemente mayoritario.

Asimismo, han existido propuestas para reducir el número de diputados particularmente con un enfoque presupuestal, como lo hizo Martí Batres que señaló en su planteamiento que habría que reducir de 128 a 96 legisladores, para obtener un ahorro superior a mil 200 millones de pesos.

El senador Batres Guadarrama presentó una iniciativa que reforma los artículos 56 y 63 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para eliminar la lista de representación plurinominal en el Senado de la República a partir de 2024.

Agregó en una nota publicada en un portal, que la representación proporcional debe mantenerse en la Cámara de Diputados y en los congresos locales. No así en el Senado de la República, al ser su naturaleza federalista. Aunque si se buscara que hubiera dos senadores por mayoría y uno por la minoría, también habría que ver esta posibilidad.

De la misma manera habría que profesionalizar la actuación del propio Congreso de la Unión, en el sentido de que solo se deberían de aceptar como candidatos aquellos que sean universitarios, profesionales y evitar a personajes que sólo sirven de “levantadedos” como sucedió con Carmen Salinas, a quien se le dio oportunidad de pertenecer a la Cámara de Diputados y quien incluso en muchas ocasiones se dormía en plena sesión.

Ahora, están proponiendo a muchos personajes de la farándula quienes al ser conocidos entre la población prometen votos, muchos votos para el partido que los postula y ello conlleva a tener más legisladores de representación popular.

Se imaginan al “Quico” Carlos Villagrán, con sus trompetillas en el micrófono del salón de plenos de la Cámara de Diputados o a Lupita Jones haciendo uso de la pasarela (pasillos) de este lugar para lucir sus modelos o a Jorge El Travieso Arce haciendo gala de sus mejores golpes “verbales” en contra de los morenistas.

También a Tinieblas y Carístico dándole entrenamiento a sus compañeros para noquear verbalmente a sus contrapartes, o a Vicente Fernández Jr, cantando el himno nacional en algún festejo; incluso a Ernesto D’alessio invitando a su mamá para echarle pedradas a los malos hombres (diputados), claro, todo en broma. Además de “Paquita la del Barrio” a dueto con la D’alessio.

También a Alfredo Adame pelándose con todos por sus miserias que le muestran en muchas declaraciones de sus compañeros de sector y que el usa para pitorrearse de los mismos. O el “periodista” de Paul Velázquez, mandado a hacer preguntas al podio para calentar el ambiente cameral.

En fin, hay otros que destacan por sus labor pero en otras áreas, no en la política, lo que se estima que solo estarán de acompañantes de quienes mueven los hilos en el Congreso de la Unión.

Acerca de misionpo 41466 Articles
Noticias nacionales e internacionales. Investigación y reflexión política.