El Fiasco Mayúsculo

Un daño irreparable. La gestión de la pandemia en 2021

Un fracaso es sólo la ausencia de éxito. Cualquier tonto puede lograr el fracaso. Pero un fiasco… Un fiasco es un desastre de proporciones míticas. Un fiasco es una leyenda popular que hace a otros sentirse más vivos porque no les sucedió a ellos.
 Cameron Crowe

No es ningún secreto que la figura de Hugo López- Gatell despierta innumerables opiniones, en ambos lados del espectro político nacional. Ahora, su figura es analizada en el libro Un daño irreparable. La gestión de la pandemia en México, en el cual la doctora en Ciencias Médicas, Laurie Ann Ximénez-Fyvie, critica las acciones tomadas por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud. No es una crítica cualquiera, por supuesto. La autora es nada más y nada menos que jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la Facultad de Odontología de la UNAM y directora general de la iniciativa Salvemos con Ciencia. Estamos, pues, ante una crítica alejada de la política, centrada en el método científico. La realidad de la pandemia es visible a todas luces:  ha cobrado la vida de 147 mil mexicanos y mexicanas. El otro dato importante es aquel que dice que México ocupa el primer lugar de letalidad entre las 20 naciones más afectadas por COVID-19. Nada más con esos datos, bastaría para pensar que algo se ha hecho mal.

La Dra. Ximénez-Fyvie centra su libro en el comportamiento de López-Gatell, al que hace responsable del fiasco en el que se ha convertido la crisis sanitaria del país. De entrada, la Dra. va a la yugular y critica abiertamente sus primeras declaraciones: la insistencia en que la enfermedad no era más grave que la influenza, la confianza con que abordó los escenarios y, sobre todo, el espectáculo teatral de sus apariciones públicas. Lo acusa de no comportarse como un técnico -tal cual lo presentó el presidente en un inicio-, sino más bien como todo un avivado político. Esta acusación, la Dra. la basa en la incapacidad de rectificar el rumbo no tiene justificación. Esa actitud demuestra no solo soberbia e indolencia y está a años luz de lo que, según la Dra., es el método científico, basado en prueba y error. Ahora bien, estas acusaciones podrían ser de forma, pero a juicio de la Dra., también hay profundos errores en fondo. A saber:

  1. La continua descalificación de medidas preventivas simples pero efectivas como el uso de cubrebocas.
  2. La reiterada desinformación al sugerir que los portadores asintomáticos del virus no pueden contagiar a otros.
  3. La insistencia en que la realización de pruebas diagnósticas masivas no tiene utilidad alguna.

Estos tres eventos revelarían dos cosas: en un primer momento, el gobierno de México pareció resignado ante los eventos que se presentaban en Europa (principalmente Italia y España). Es inexplicable que la inteligencia epidemiológica brillase por su ausencia en esta etapa. Viendo las imágenes de Europa, el gobierno se asustó y marcó el objetivo de evitar la saturación hospitalaria. El segundo punto, derivado de marcar el objetivo de la no saturación, era reducir el ritmo y número de contagios, “aplanar la curva”, como nos repitieron tantas veces. Pero no se hizo nada de eso. Durante mucho tiempo, la curva de contagios se convirtió en una meseta y, con la llegada del invierno, sirvió de lanzadera para un nuevo disparo que tiene a la nación al borde del colapso sanitario. El resultado es un ejercicio continuo de estupidez que la autora tacha de criminal.

Ahora bien, ya hemos expresado en otras ocasiones las dudas en la metodología usada para contener  el virus (https://misionpolitica.com/2020/04/09/modelo-centinela-y-covid-dudas-metodologicas/). Y en ese punto parece innegable la responsabilidad de López-Gatell. Pero el análisis, o la rendición de cuentas, por usar el término que la Dra. Ximénez Fyvie utiliza, está equivocado si lo centramos exclusivamente en su figura. López-Gatell no es responsable del estado de la infraestructura sanitaria (pensar que en dos años se construyen hospitales, se adquieren capacidades y equipos, no sólo es falso sino también cínico). López-Gatell no es responsable de la movilidad de la población (en ese sentido, hay mucha tela para cortarle a los gobernadores y a los presidentes municipales), pero es verdad que las variables poblacionales sí debieron estar contempladas en el modelo. Tampoco es responsable de que usted o yo no nos lavemos las manos y ni guardemos la sana distancia. Por supuesto, no su culpa -aunque su ida a Zipolite no ayudó, ciertamente-. la cantidad de ciudadanos que salieron de fiesta ahora en diciembre cuando se les pidió encarecidamente que no lo hicieran. La situación exige un criterio y una fuerza de voluntad que han brillado por su ausencia. ¿Entonces? ¿Quiénes son los responsables de esta situación? Ante la tragedia del país cuesta asumir la realidad: el coronavirus llegó para quedarse, no va a desaparecer de forma espontánea, se requiere confiar en la ciencia, un sentido estricto de cooperación y entropía a raudales. ¿Se debe cambiar la estrategia? Si, sin duda. ¿Se debe acelerar, en la medida de lo posible, el proceso de vacunación? Por supuesto. El objetivo ya debe ser salvar el mayor número posible de vidas. Cualquier otra cosa sí sería criminal.

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