Ante la Tragedia: Deshumanización

Artículo Invitado

*Desde el Principio sin Idea Alguna de Cómo Enfrentarla

*Lejos de Atemperar la Tempestad, se ha ido Agudizando

*El Enorme Efecto que Hubiera Logrado la Suma: Sociedad y Gobierno

*La Peste Avanza y la Autoridad Entre Pretextos y Justificaciones

*Apocalípticas Condiciones y Funcionarios Obcecados, Sordos y Negligentes

Por Alejandro Zapata Perogordo

Estamos pasando por momentos aterradores, nunca hubiéramos imaginado dar más condolencias que felicitaciones por cumpleaños, nos estamos acostumbrando a vivir de cerca la muerte, valga la paradoja, a diario nos enteramos de alguna persona conocida víctima de la pandemia, hace casi un año que llegó y nos cambió por completo la vida.

La solidaridad de los mexicanos es uno de los grandes valores que nos identifican, hemos dado importantes muestras de ello, por ejemplo, cuando se han presentado imprevistas tragedias como los temblores en la Ciudad de México, inmediatamente la comunidad respondió, se organizó y, con todo aquello a su alcance, auxilió a las víctimas y a sus familias, llevando alimentos, agua, medicinas, artículos de limpieza, etc., hasta con labores de rescate, uniéndose en causa común.

Una frase sencilla, pero con mucho fondo, dice que el gobierno debe ser un coordinador de esfuerzos ciudadanos; Clouthier, la transformó acuñando la receta: “tanto gobierno como sea necesario y, tanta sociedad como sea posible”, refiriéndose precisamente al enorme efecto que puede lograrse al conjugar la suma: sociedad y gobierno.

Ahora bien, la actual administración ha sido completamente diferente, aplica la regla de que el gobierno manda y la sociedad está destinada solo a obedecer. Así, desde su perspectiva, considera que la solución a los problemas radica única y exclusivamente en la autoridad, sin que tengan intervención algunas personas ajenas a esta, cercenando e impidiendo la participación ciudadana.

No entienden, o más bien no quieren entender, que los problemas son de todos y, las mejores soluciones vienen de la participación de la comunidad, la cual tiene los sensores más receptivos que el propio gobierno para ubicar con mayor claridad las dificultades sociales, sin embargo, en esta administración les molesta de sobremanera cualquier injerencia ajena al gobierno.

Ante ese panorama, observamos un desmedido afán por mantener un control centralista en el manejo de la crisis sanitaria y sus devastadores efectos, siendo público y notorio, que ni siquiera tenían idea de cómo enfrentarlo y, lejos de atemperar la tempestad, se ha agudizado, al grado tal que se les ha ido saliendo de las manos, con consecuencias irreparables, en tanto la peste sigue avanzando y la autoridad solo busca pretextos y justificaciones.

La pena mayor en estas apocalípticas condiciones es cuando el debate, los esfuerzos, las estrategias y las acciones, versan sobre la vida y la muerte, poniendo en riesgo a todo un pueblo, lo que no es cosa menor y, a la vez, estamos en manos de autoridades obcecadas, sordas y negligentes, manejando cifras y reduciendo la situación prácticamente a una cuestión de aritmética, convirtiéndonos en rehenes de la incapacidad, lo que agrava la situación.

El manejo inhumano a la pandemia es un fiel reflejo de la poca importancia que se le presta a una de las peores catástrofes de que se tenga memoria, por parte de la administración, por lo visto sus convicciones no se localizan en el respeto a la dignidad de las personas, en ese aspecto son indiferentes, lo que realmente les interesa es la colaboración suficiente para mantener el poder, lo demás sale sobrando.

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