Los Dilemas de la Identidad

La transexualidad.
A propósito de Morris.
Castelló Meliá,
Juan Carlos.
Editorial Diálogo,
Valencia.
120 páginas.
2020

Por David Marklimo

La escritora británica Jan Morris falleció el 20 de noviembre pasado. Todo un ícono: escritora, autora de libros de Historia, biografías, novelas. Fue, entre otras cosas, oficial de inteligencia del Ejército Británico durante la II Guerra Mundial, filóloga y periodista que cubrió en directo acontecimientos como la primera ascensión al Everest, el juicio a Adolf Eichmann o el conflicto árabe-israelí por el canal de Suez. Pero a pesar de su deslumbrante carrera, es más conocida su historia, por vivir hasta sus 35 años como James Morris.

Quizá por ello, el periodista español Juan Carlos Castelló ha tomado como ejemplo a Morris para hablar del tema de la transexualidad y sus repercusiones. ¿Qué es?… ¿Cómo una persona reconoce su sexualidad? ¿Sabemos realmente de qué hablamos cuando hablamos de transexualidad? Para responder estas preguntas, se toma como ejemplo de vida a Jan Morris y sus memorias, El enigma. Aunque también se nos cuenta la historia, tal vez incluso más famosa, de Lili Elbe, la transexual danesa de los años 30 y que inspiró el libro y luego película La chica danesa, y cuyo caso Morris siempre tuvo muy presente y con quien sentía una gran afinidad. Las reflexiones sobre Morris vienen acompañadas de referencias como Judith Butler, Simone de Beauvoir, Ortega y Gasset e incluso de novelistas como C. S. Lewis o el historiador Alexander Kinklake.

Si la primera parte del libro se centra en la historia de Jan Morris, la segunda es más una disertación y reflexión sobre los aspectos más teóricos, pero también políticos de este tema. Justamente, la parte más importante de este aporte. Se explican con claridad las diferencias entre la transexualidad y las orientaciones y prácticas sexuales como la homosexualidad o el travestismo; insiste en la distinción fundamental -hecha a lo largo de todo el libro, en realidad- entre “sexo” -es decir lo referente a las categorías biológicas- y “género” -referente a categorías sociales y culturales y que determinan la identidad de cada persona-. Entramos, así, en el estudio de las dicotomías hombre/mujer  y masculino/femenino. Entender en qué consiste la llamada “perspectiva de género” -que no “ideología”-, que se enlaza, en el caso de las personas transexuales, de una forma estrecha con el feminismo y sus reivindicaciones, en contraposición con aquéllos que consideran que lo único “natural” y “correcto” son los dos géneros que corresponden a los dos sexos biológicos y las relaciones sexuales y afectivas entre ellos, en exclusiva. Aquí comprendemos la inconformidad con el sexo biológico asignado en el nacimiento, lo que nos lleva al terreno médico, a eso que llaman la disforia de género.

El caso Morris nos muestra, que a diferencia del marco binario que contempla al colectivo transgénero como un espacio “tercero” marginal, el fin de comprender mejor el panorama cultural en el que se desarrollan las actuaciones personales, legales y médicas, así como las demandas por la despatologización. Esto quiere decir que la transexualidad como práctica y categoría es un fenómeno atravesado por cuestiones relativas a la Ética. La institucionalización de la fluidez del género, de la compleja y quizás inabarcable interacción entre la identidad, el deseo, la práctica sexual y la estética con el fin de lograr sujetos acordes con los marcos predefinidos continua siendo una preocupación de los Estados a través de la (¿necesaria?) regulación de la identidad. Con el libro queda claro algo: dada la interacción de los marcos (terapéuticos, legales, socio-cultural, personales y políticos) no es posible lograr cambios desde un solo marco. Para hacer de nuestro mundo un lugar más habitable para la diversidad del ser humano, es necesario ponerlos todos en juego. Tiempos raros, éstos, donde todavía hay que luchar por lo evidente.

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