Por Pamela Ríos
El mundo se le derrumba a Donald Trump. A unos días de que el Colegio Electoral declare el triunfo de quien será el nuevo presidente de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden, las fichas en el tablero político y judicial de aquella nación, empezaron a tomar las posiciones adecuadas para un mejor gobierno por los próximos cuatro años a partir de enero de 2021.
Los sucesos de la semana pasada en los cuales el temible William Barr mostró la acción de la justicia para no mentirle a los estadounidenses sólo porque un hombre necio y vil así lo había decidido. El señor Barr pasará a la historia como un hombre de respeto que no permitió sostener y avalar la mentira de un fraude inventado por un enfermo de poder.
Es un ejemplo para México, sin duda alguna, de cómo no debe torcerse la justicia sólo porque alguien que tiene el poder (efímero o no) decide continuar castigando con sus pésimas políticas en materia de salud, de economía, de seguridad y que atenta en general contra millones de seres humanos que, desafortunadamente, dependen de su habilidad y sus conocimientos para actuar oportuna y certeramente.
Los sucesos electorales en Estados Unidos con el triunfo de un demócrata están a punto de culminar el lunes 14, cuando el Colegio Electoral de a conocer los resultados.
El “safe harbor” en español Día del Puerto Seguro es hoy 8 de diciembre, cuando concluyen oficialmente los recuentos en aquellos estados de la Unión Americana donde haya procedido y son entregados a las autoridades correspondientes.
Posteriormente, el próximo lunes 14, los delegados de cada estado que integran el Colegio Electoral, pero será hasta un día anterior a la Navidad, el 23 de este mes cuando se de a conocer la comunicación final del conteo.
Once días después, el 3 de enero de 2021 quedará constituido el Congreso Federal y el día 6 el nuevo mandatario tomará posesión.
Desde luego el nuevo presidente de Estados Unidos tendrá su estilo personal de gobernar, pero se duda que Biden cruce las fronteras que le imponen las legislaciones en las distintas materias.
Y sólo para darse una idea del tamaño de la responsabilidad que tiene un presidente en el vecino país, están las denominadas “Órdenes Ejecutivas las cuales aseguran los estudiosos del tema, tienen el peso de una ley federal.
Así, los presidentes pueden expedir órdenes ejecutivas para crear comités u organizaciones como los Cuerpos de Paz. Generalmente, aseguran, los presidentes usan las órdenes para dirigir y administrar la forma en que opera el Gobierno federal.
A su vez, el congreso, puede revocar una orden ejecutiva mediante la aprobación de una ley que se oponga a la orden. Sin embargo, el presidente puede vetar ese proyecto. (De ahí la importancia, explican, de que quien sea electo mandatario tenga suficientes conocimientos no sólo políticos, sino generales, además de contar con asesores reconocidos en las diversas materias).
El congreso, pues, tendría que anular ese veto para aprobar la ley y la Suprema Corte podría declarar inconstitucional una orden ejecutiva.
Como fuere, sí todo deja de complicarse como ha estado ocurriendo en las últimas semanas el cambio de mando será menos azaroso que como se pensaba.
Y sí, adiós Trump.
