CDMX en 2021: ¿Prevalecerá el “Planchado” de la Aplanadora Guinda?

Tema Principal

*Los Triunfos y Derrotas de los Partidos en la Capital

*Ha Sido Gobernada Sólo por Tres Fuerzas: PRI, PRD y MORENA

*Invariablemente Acusados de Corrupción por Opositores del Momento

*Tras la Pandemia y el Caos Capitalino ¿Hacia Dónde irá el Voto?

*Por Primera vez Relección de Alcaldes y Legisladores ¿Quiénes?

Por Gerardo Lavalle

Aquel ya lejano 1997 se convirtió en el sepulcro político del PRI en el entonces Distrito Federal. Desde la Jefatura de Gobierno hasta los diputados locales y los jefes delegacionales pasaron de mano y dejaron en la lona al tricolor que, durante décadas, gobernó la capital del país con los gobernantes designados.

La debacle del ‘97 acabó, tres años después, con la carrera política del último de los regentes: Oscar Espinosa Villarreal, quien en el año 2000 fue detenido en Managua por la denuncia de Rosario Robles Berlanga, jefa de gobierno (en sustitución de Cuauhtémoc Cárdenas, quien solicitó licencia para iniciar por tercera ocasión la búsqueda por la Presidencia de la República), por el presunto desvío de 480 millones de pesos. Al final del proceso fue exonerado de todos los cargos que le imputaron.

El PRD se hizo del poder político en el Distrito Federal y desapreció prácticamente a las oposiciones representadas por el PRI y el PAN. Las derrotas de Alfredo del Mazo González y Carlos Castillo Peraza –la esperanza albiazul- dejaron en el desamparo a las organizaciones que puntualmente controlaban.

El tricolor perdió a los ambulantes, a los locatarios de mercados, a los burócratas del Departamento del Distrito Federal, a los maestros capitalinos y a los cuerpos policíacos; el PAN dejó en el camino a las organizaciones clericales –católicas- y a un buen número de empresarios dedicados a la construcción, al comercio y a la industria. El espejo dio la vuelta y la única imagen reflejada tenía el sello del PRD.

Pasaron 23 años y 6 jefes de gobierno: Cuauhtémoc Cárdenas (1997-2000), Andrés Manuel López (2000-2005), Alejandro Encinas (2005-2006), Marcelo Ebrard (2006-2012, el único que ha terminado su gestión),  Miguel Ángel Mancera (2012-inicio de 2018) y José Ramón Amieva (29 de marzo al 4 de diciembre de 2018). Todos ellos emanados del PRD y los jefes delegacionales, mayoritariamente del mismo partido, gobernaron a placer. Nadie les impedía nada. La Asamblea Legislativa –hoy Congreso Local de la Ciudad de México- contaba con mayoría perredista y las minorías: PRI, PAN, Convergencia Democrática, PVEM, apenas si alcanzaron representación; los que se quedaron en el camino para no volver a vivir fueron el PPS, el Partido Cardenista y el Partido Demócrata Mexicano y el que como Lázaro revivió fue el PT.

Así como el PRI dominó por 68 años el poder público en el Distrito Federal, cuando José Manuel Puig Casauranc fue designado primer regente del Partido Nacional Revolucionario (PNR) por el presidente sustituto Emilio Portes Gil, el uno de enero de 1929 y llegó hasta 1997 con Óscar Espinosa Villarreal, el PRD pretendió seguir sus pasos… pero solamente duró gobernando 23 años… hasta que…

Recordar que el presidente del PRD en 1997 era Andrés Manuel López, no resulta ocioso. Su gestión le permitió ganar gubernaturas y tener la mayor bancada del partido -que fundó Cárdenas con Porfirio Muñoz Ledo, Rodolfo González Guevara, Ifigenia Martínez y un centenar más de priistas inconformes- con la línea adoptada por Jorge de la Vega Domínguez para la selección de candidato en 1988. (De la Vega fue presidente del CEN del PRI de 1986 -1988).

La Asamblea de Representantes del Distrito Federal surgida en las postrimerías del gobierno de Miguel de la Madrid en febrero de1988 se compuso por legisladores del PRI y algunos de oposición que llegaron vía plurinominal. La segunda, en 1991, le tocó organizarla a Marcelo Ebrard desde la secretaria de Gobierno de la capital en ese tiempo encabezada por Manuel Camacho Solís. Ganó los 4 distritos. Él estaba en el primer lugar de la lista plurinominal y no pudo ingresar. Los comentarios en los corrillos eran : “se le pasó la mano a Marcelo… y ni él entró”.

276 MESES DESPUÉS, LA HISTORIA REPETIDA

Con insólito crecimiento electoral, Morena repitió la dosis que 23 años, 276 meses antes, el PRD le aplicó al PRI: lo sacó de la jugada y lo dejó moribundo. Todavía se encuentra intubado y no fue el Covid-19 el que lo postró: fueron los abusos de poder de quienes desde la Jefatura de Gobierno, las Delegaciones Políticas y la Asamblea Legislativa –en sus tres versiones- cometieron y corrompieron los principios del partido y de sus fundadores.

Rosario Robles salió a la palestra por las obras asignadas al constructor argentino Carlos Almada, a quien encarcelaron en La Habana y después surgieron otros escándalos.

Con Andrés Manuel López, como segundo Jefe de Gobierno del Distrito Federal electo, las acusaciones fueron repetidas: el ocultamiento del costo del Segundo Piso, el crecimiento de la inseguridad que provocó la marcha del silencio, el desbordamiento del comercio ambulante, entre otros reclamos y cual colofón el desacato de una sentencia judicial que ocasionó el juicio político en donde fue desaforado aunque no retirado de su cargo. Continuó sin fuero.

Fue durante su gestión que surgieron los presuntos sobornos de Almada y que personalmente recogía René Bejarano, en ese entonces secretario particular del Jefe de Gobierno y que dio pie para conocerlo “como el señor de las ligas”. Su secretario de Finanzas, Gustavo Ponce Meléndez sería pillado en Las Vegas jugando grandes cantidades de dinero; fue removido y durante meses estuvo prófugo hasta que lo detuvo la autoridad federal en 2004. Durante 10 años permaneció en prisión. Abandonó el Reclusorio Norte el 14 de marzo de 2014.

A Marcelo Ebrard tampoco le fue bien. Al término de su gestión su exempleado, Miguel Ángel Mancera, permitió que desde los sótanos del Antiguo Palacio del Ayuntamiento se fraguara la maniobra para acusarlo de desvío de recursos, sobreprecios e insuficiencia de garantías al construir la Línea 12 del Metro, llamada originalmente la “línea dorada” y que, finalmente se conoció como “la línea de cobre”.

Perseguido mediático, porque nunca se libró una orden de aprehensión, el exjefe de Gobierno abandonó el país en 2014 y no regresó sino hasta el 2018 para integrarse a la campaña presidencial de Andrés Manuel López.

Como ocurrió con los políticos del PRI que tuvieron poder, los del PRD supieron imitarlos y con esa decisión causaron el mismo efecto ante los electores: hartazgo.

Y así como en 1997 y años subsecuentes el PRI no volvió a tener poder más allá de diputaciones plurinominales –ha ganado 5 distritos en 23 años y dos que tres delegaciones políticas, hoy Alcaldías- el PRD desapareció del mapa el primer domingo de julio de 2018.

Antes el PRD avasallaba en la capital del país. Hoy lo avasalló Morena.

EL 2021, SEPÚLCRO O RENACIMIENTO

A pesar de que desde 1997 el PRI perdió el control político en la Ciudad de México y el PAN a sus seguidores, ninguno de los dos partidos logró recuperarse. Las derrotas consecutivas lo muestran.

Y es que en el CEN del PRI se tomó la decisión de abandonar a su brazo político y lo dejó sin recursos; la pérdida de la Presidencia de la República en 2000 colapsó al tricolor a nivel nacional y la capital no fue la excepción.

Para el PAN los tiempos fueron favorables con su triunfo en la Presidencia y con la derrota, pero por ligero margen, de Santiago Creel Miranda en la contienda por la Jefatura de Gobierno ante Andrés Manuel López.

Sin embargo, no le alcanzó para mantener diputados locales, federales y jefaturas delegacionales en número suficiente. Hoy al igual que el PRI y el resto de los partidos está desfondado.

Aunque en 2021 estarán en juego la Jefatura de Gobierno, la elección de los 40 diputados locales y de los 16 alcaldes, además de 23 diputados federales, no se advierte en ninguno de los partidos el trabajo para conquistar o reconquistar a los electores y hacerle frente a la aplanadora guinda.

El PRI renovó recientemente el Comité Directivo de la Ciudad de México y eligió a Israel Betanzos como el nuevo presidente local. Sus nexos con Cuauhtémoc Gutiérrez lo llevaron al cargo. Hasta ahora no se sabe qué hará para, cuando menos conservar la Alcaldía de Cuajimalpa y los cuatro asientos en el Congreso Local. Ninguno es de mayoría relativa.

El PAN, por su parte, gobierna la Alcaldía de Benito Juárez y tiene 11 diputados, uno de mayoría y otro plurinominal y también renovó comité directivo y ahora lo encabeza Andrés Atayde Rubiolo.

A Movimiento Ciudadano le urge mantener el gobierno en Milpa Alta y no cuenta con ningún diputado. Renovó su cuadro, designó a Royfid Torres González como su Coordinador de la Comisión Operativa Estatal.

El PRD tiene la Alcaldía de Coyoacán y con 5 diputados locales, todos de representación proporcional. Junto con el resto de los partidos, cuenta con una nueva dirigencia. Es colegiada y la integran Carlos Estrada Meraz, Brenda Paola Villena Guillén, Daniel Pacheco Santiago y Nora Arias Contreras.

El PT suma 6 legisladores. No hay referencia de quién dirige el partido en la capital del país. El PES, sin registro, tiene 2. Tampoco hay datos sobre su dirigencia local.

El PVEM solamente tiene dos diputados locales plurinominales. Su cuadro dirigente lo encabeza Jesús Sesma.

LA PRIMERA REELECCIÓN, OPORTUNIDAD O CASTIGO

Conforme a los cambios constitucionales, a partir de 2021 los diputados locales y alcaldes –en la Ciudad de México, porque en otras entidades ya opera el cambio- y por supuesto legisladores federales, podrán aspirar por primera ocasión y hasta por dos más, a ser reelectos.

Para quienes ahora están en la cumbre política, la oportunidad se presenta no sin riesgos. Porque algunos alcaldes, por ejemplo, han sido responsables del rebrote del Covid-19 al autorizar tianguis y mercados sobre ruedas sin las debidas precauciones.

Son los casos de Francisco Chiguil Figueroa, en Gustavo A. Madero, que junto con Clara Brugada, de Iztapalapa, tienen bajo sus gobiernos los nada honorables primero y segundo lugares de contagiados y fallecidos por la pandemia.

Algo similar se registra en Tláhuac, en donde el alcalde Raymundo Ramírez Vite abrió los espacios al comercio ambulante sin tomar las medidas adecuadas; en Tlalpan, con Patricia Elena Aceves al frente, dio paso a  la delincuencia y al coronavirus, donde en el Ajusco, representan severos problemas que no datan de ahora pero que tampoco han sido atendidos; Álvaro Obregón, con Layda Sansores al frente, es otra Alcaldía en la que la violencia, la inseguridad, los robos, los crímenes, la venta de droga y los brotes de sarampión y Covid-19, mantienen preocupados a sus habitantes.

Todos los mencionados son de Morena.

Con menor índice de violencia y de enfermedades se encuentra Venustiano Carranza, en donde el alcalde es Julio César Moreno y en condiciones similares está Miguel Hidalgo, porque su responsable político y administrativo, Víctor Hugo Romo, ha sido incapaz de frenar la violencia y está más preocupado por organizar carreras virtuales que atender los reclamos de sus gobernados. Otra Alcaldía con severos problemas es Xochimilco bajo el mando de José Carlos Acosta Ruiz, quien ha incumplido con la reparación de vivienda afectada por el terremoto de 2017. En Iztacalco, Armando Quintero atraviesa por el mismo problema de reconstrucción, de violencia y de contagios por la pandemia.

Quizá de las menos afectadas por los flagelos cotidianos sean Benito Juárez, con Santiago Taboada al frente y Azcapotzalco en donde gobierna Vidal Llerenas Morales.

De todas las alcaldías (16), solamente Benito Juárez, Venustiano Carranza y Cuajimalpa son gobernadas por alcaldes de otros partidos.

La reelección la podrán obtener aquellos y aquellas que hayan cumplido con sus gobernados. Lo mismo ocurrirá con los diputados locales y federales por la Ciudad de México, a la que virtualmente tienen abandonada y no buscan recursos que, por ley, le corresponde a la capital del país.

La aplanadora guinda ¿podrá seguir planchando a las oposiciones? Las urnas revelarán la verdad.

 

Acerca de misionpo 36585 Articles
Noticias nacionales e internacionales. Investigación y reflexión política.