La Educación es la Cura al Machismo

Chimamanda Ngozi Adichie.

Querida Ijeawele.

Cómo educar en el feminismo.

Barcelona, RandomHouse,
  1. 96 páginas

Chimamanda Ngozi Adichie

Saber cocinar no es un Conocimiento

Preinstalado en la vagina. A cocinar se aprende.

Por David Marklimo

Dicen que tener un hijo te cambia la vida y te da nuevas perspectivas. Que, de pronto, todo aquello que considerabas importante ya no lo es tanto y aquello que no te tocaba en carne propia se vuelve prioritario. También, en un mundo marcado por la violencia de género hacia las mujeres y la infancia, nos dicen que lo único sustantivo, lo que realmente arreglará el problema, es la educación.

A Chimamanda Ngozi Adichie, famosa por sus libros Americanah y Todos deberíamos ser feministas, le sorprendió la maternidad. En ese escenario, su preocupación inmediata fue cómo asegurar que su hija crezca en un mundo sin violencia. No es exactamente el caso que mencionábamos al principio, donde lo que te era importante, ya no lo es tanto, sino que el proceso que Ngozi experimentó fue que la preocupación por los derechos de las mujeres y su lucha cobraron ahora un matiz más personal.  Avalada por la fuerza de su mensaje y su continua lucha, una amiga de su infancia le preguntó cómo tenía que criar a su hija para que fuera feminista. La larga reflexión, unida a su experiencia como madre, dio como resultado Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo. Entonces, si la educación es lo que va a resolver el problema de la violencia de género, aquí tenemos una guía cuyos valores éticos están basados en el respeto, la tolerancia y la empatía. El lenguaje es parco, preciso y no se anda por las ramas para llamar a las cosas por su nombre, tal cual se puede ver en el epígrafe de este texto. El libro se divide en quince capítulos, equivalentes a otros quince consejos. Se preguntarán de qué sugerencias da Ngozi. Veamos, daremos un pequeño avance:

  1. Una mujer no debería definirse exclusivamente por su rol de madre ni tampoco por el de esposa. No hay que pedir disculpas por trabajar,
  2. Cuidar de un bebé, en una relación heteronormativa, es cosa de dos. Los varones no “ayudan” a cuidar de sus hijos: hacen lo que deben hacer. Hablar de ayuda es absurdo.
  3. Antes de tener siquiera conciencia de qué es el género ya se anteponen los roles de género: rosa para niñas, azul para niños; muñecas para ellas, helicópteros y pelotas para ellos. Enseñar que estas cosas son reverendas tonterías es esencial.
  4. El feminismo es como estar embarazada, o lo estás o no. El feminismo no es una cuestión de permisos o beneplácitos de los hombres hacia las mujeres. Es una cuestión de igualdad.
  5. Tradicionalmente a las mujeres se les ha educado para agradar a la sociedad, a ser buenas con los hombres. Es una losa muy pesada, por lo que debe abundarse en el mensaje de que “no es no”. Decir no es motivo de orgullo.

Se podrá decir que cualquiera de estas frases tiene una obviedad terrible, pero a pesar de las apariencias, se sigue ignorando la voluntad y deseos de muchas niñas. Es evidente, también, que cuesta mucho ponerlas en práctica.

La educación es un continuo acto, repetitivo que genera hábitos de comportamiento y conducta y, en ese sentido, el discurso educativo feminista propiciaría una sociedad menos violenta y con más resolución pacífica de los conflictos. La obra, pese a su pequeño formato, es una gran invitación a rechazar estereotipos y conceptos de la moral. Es una bella carta con reflexiones poderosas, tan honestas como necesarias, que debería ser leído por igual a madres, padres, hijos e hijas.

 

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