Por Jesús Michel Narváez
El que acusa debe probar. Es la máxima del Derecho. Y lo asume el presidente López como paradigma en tratándose de señalamientos hacia su gobierno que considera en contra de su persona.
Sin embargo, si de su boca salen acusaciones que jamás han sido probadas, las toma como chistorete ante los reclamos. Sonríe y cambia el tema
Haber afirmado que los “sicarios del periodismo” que lo atacan son pagados por sus adversarios y bajo ese esquema propone que deben “mocharse” con el diezmo para alguna acción benéfica que él decidirá en su momento.
Un señalamiento que ni como broma se le acepta.
Más aún: sería ilegal cobrar una “comisión” por lo que presuntamente reciben quienes lo critican. Sería, para decir lo menos, un acto de corrupción. Y entonces, enterraría su “guerra contra la peor pandemia que afecta a México”.
No seríamos pocos los que intentaríamos “barrer de arriba hacia abajo, como se hace en las escaleras” y arrojar lo que encontremos a la basura. La figura presidencial aparecería sin duda alguna.
Al presidente López se le agotan los temas benéficos: su falsa creación de empleos generados en sus programas sociales: Jóvenes Construyendo el Futuro, Becarios y Sembrando Vida evidencia o el desconocimiento de lo que es un empleo formal o la manipulación presidencial. Me inclino por la segunda opción y el fracaso lo irrita y más cuando lee o escucha los cuestionamientos fundamentados.
Las críticas aumentan con respeto a sus obras faraónicas conocidas como Tren Maya, Aeropuerto Felipe Ángeles y refinería Dos Bocas. Y sus respuestas a las mismas son argumentos desgatados cuya credibilidad desapareció por usarlos para todo.
Su viaje, que inicia este día a Washington, es necesario pero la forma en que se proyectó y se efectúa, creando más dudas que certidumbre de cuál es la razón de fondo para realizarlo, no le deja margen de maniobra. De ahí los chistoretes.
El desastre económico no ha tocado fondo. Menos se aplanó la curva de la pandemia que ya cobró 31 mil víctimas mortales. Datos que no le agradan porque desde su perspectiva ya vamos requetebíen.
Por ello arremete contra los críticos periodistas y (nos) acusa de ser sicarios de la información pagados por los neoliberales, sus adversarios, propone un diezmo y no comprueba nada. Es solo el ánimo con el que se levanta el que lo hace cometer desaciertos.
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