Sueños Cortados de los Dreamers que Nunca Fueron Mexicanos

Lascas Económicas

*Su Aporte Innegable se Trata de Soslayar Entre Racismo y Estupidez

*Poco o Casi Nada se Hace de acá de Este Lado: Ignorarlos es Mejor

Por Jaime Contreras Salcedo

Desde 2017, hace casi tres años, cuando el Presidente Donald Trump determinó no avalar más a los famosos “dreamers”, es decir, los jóvenes que llegaron a Estados Unidos por alguna u otra razón sin papel alguno que les respaldara, ya fuera porque sus propios padres no eran regulares o porque nadie pensó en regularizarlos, la Casa Blanca trató de minimizar el asunto y decidió darles un plazo no mayor a un año para que salieran de la Unión Americana, por las buenas o por las malas.

Recordamos como el entonces canciller, Luis Videgaray, se cortaba las venas afirmando, como un lamento borincano que, ni hablar, si Trump tomaba esa determinación, el que iba a perder era él y por supuesto toda la nación más rica del mundo pues era más que notable que esos miles y miles de personas, la mayoría de origen mexicano, tendría que regresar a un país que no los identificaba como suyos, y que no había gastado un centavo en su educación, cosas que sí había hecho el sistema norteamericano.

Y ya que hablamos de miles, llama mucho la atención que –de acuerdo con las últimas cifras- se tienen cerca de 700 mil personas jóvenes en esta situación, de los cuales 500 mil son hijos de padres perfectamente mexicanos.

Pero aquí viene el problema.

Resulta que cuando se desató ese asunto, y recordamos a un Trump golpeándonos iracundo como país un día sí y otro también tras llegar a la Casa Blanca, siempre con fines de legitimidad, los datos que entonces se tenían hablaban de casi 800 mil, y de ellos 600 mil que habían nacido de este lado del Bravo.

La pregunta elemental es ¿dónde se quedaron más de 87 mil mexicanos que estaban en las estadísticas del llamado Programa DACA, el que avalaba a los “dreamers” y su estancia en Estados Unidos, aún sin papeles?

Nos comentaba un experto en cambios migratorios que, según sus otros datos, buena parte de esas personas –de origen nacional o no- han adoptado diversos recursos legales y no tanto, para permanecer en ese país y, en el extremo del extremo, de plano se han visto obligados a caer en la ilegalidad, aunque en realidad son los menos. Los muchos menos.

El propio sociólogo de marras nos hacía ver que, como en anteriores crisis, muchos de esos mexicanos ya se casaron con estadounidenses y, de acuerdo con las normas de algunos estados, hasta pudieron hacerlo con cierta retroactividad para cubrir los requerimientos de la Unión Americana. Algunos casos pudieron encontrar, fíjese lo que son las cosas, hasta con padres reales o postizos que les dieran su nombre y apellidos. Y en una de esas, hasta su herencia contante y sonante. Qué cosas.

Seguimos con la misma duda: ¿acaso por dar un número, unos 50 0 60 mil pudieron casarse o encontrar mecanismos para enderezar su situación legal en suelo estadounidense? ¿Acaso 25 o 30 mil no tuvieron otra sino regresarse? Evoquemos que, en esos momentos, hasta se les iba a recibir al aeropuerto y juraban y perjuraban que solo tenían dos sopas: acostumbrarse o, pasado el tiempo y el cuatrienio de Trump, volver a cruzar el río porque su vida, raíces, amigos, intereses y futuro están allá, en esa latitud.

Aquí nadie los conoce. Acá a casi nadie le importan. No tienen identidad mexicana ni quieren tenerla bajo ninguna circunstancia. Y, sobre todo, como se debiera comprender, les da miedo la inseguridad y la miseria de la que huyeron sus propios padres reales.

Ahora que la Corte Suprema de EU adoptara por mayoría cerrada que el programa DACA se mantiene y que Trump actuó de manera caprichosa y atrabiliaria atropellando derechos de miles y miles de estos jóvenes, la preocupación central no es cómo quedarse y trabajar y vivir la fiesta en paz en eso del sueño americano. No.

Lo que verdaderamente tiene consternados ahora a estos soñadores es que si el magnate metido a presidente logra la relección, como todos los consultores lo dan por descontado, el titular de la Casa Blanca tendrá cuatro largos años para seguir molestándolos y aprovechando el más mínimo resquicio para expulsar sin mayor miramiento y argumentando cualquier cosa, desde drogas, pandillerismo, terrorismo, armas, o ahora, claro, contagios de Covid-19 y sus secuelas.

Lo más interesante es que muchos de los que entonces se ampararon y lograron parar momentáneamente la purga por la extinción del DACA son lo mismo buenos académicos, ingenieros, arquitectos, abogados, y médicos o elementos del ejército estadounidense que se han partido la crisma y lo demás para apoyar una nación y un gobierno que ahora les niega o intenta negarles su derecho a vivir y convivir en su sociedad, pese a que lo han ganado, y con creces, por cierto.

Creemos que esos “dreamers” no deben dormirse en sus laureles y de ninguna manera cantar victoria. Trump es casi seguro que alcance la reelección pese a él mismo, sus errores y estupideces, por una razón muy sencilla: es muy mediático, efectista y escandaloso. Y eso le funciona muy bien en una sociedad como la norteamericana, ausente de valores, historia y memoria.

Por lo que hace al lado mexicano, convendría hacer una suerte de valoración para que esos mexicanos mantengan su certidumbre allá en donde son algo y tienen proyecciones. Pero hacerlo en serio, porque mucho más allá de las benditas remesas, tan importante es que nuestra economía crezca como la de ellos, y estamos más que ciertos que la mano de obra nacional sigue siendo mal apreciada en ese país que se niega a reconocer lo que valemos los seres humanos en general y los mexicanos en particular.

¿Y si se lo demostramos muy a la mexicana? Usted, ¿qué opina?

Por lo pronto, estas Lascas Económicas se mueven con dificultad entre nubes de piedras volcánicas para alcanzar su identidad, su razón de ser, la de sus familias y futuro. Nada más y nada menos. Y ya lo esperan con toda calma la otra semana en este mismo espacio. No lo dude. Jacs95@hotmail.com.

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