Círculo que Asfixia

La Tiendita de los Horrores

Por Emilio Hill

Algo sobre interpretada, pero sobre todo muy bien promocionada gracias a las redes, El Hoyo (Galder Gztelu-Urrutia, 2019) es un ejemplo de cómo opera la televisión streaming: un paseo por algunos festivales de prestigio – en este caso Stieges y el de Toronto-, buscan su público objetivo, en este caso el millennial con ciertas pretensiones y ¡listo!, tenemos un filme bueno a secas, pero con su tufillo de arte.

No es que el filme sea mediano, pero a estas alturas, poco impresionan las buenas intenciones del director que, por momentos, tiene devaneos con el telefilme. Incluso se le puede reconocer la franca y acertada dirección de actores, aunque como toda primera película, la discreción en la forma no es un distintivo.

El Hoyo, es un largometraje que hubiera brillado más con cierta contención en la promoción, pero su airecillo de cine independiente hace que lo que pueden ser novatadas del cineasta se crezcan. Demasiada pretensión, para tan poca anécdota.

Goreng (Iván Massagué), despierta en una celda confundido. En la cama de al lado, está el mezquino chaparrín Trimagasi (Zorión Eguileor), quien le informa que la ´prioridad de quienes se encuentran encerrados, es comer.

En “El hoyo”, se entra –de cierta manera- por voluntad propia y una plataforma baja a cada nivel para proporcionar los alimentos. Los que están arriba reciben lo mejor y los de abajo, las mezquinas sobras.

La metáfora social, está establecida y Goreng, cual Quijote mesiánico en su mañanera, decide hacer entrar en razón a los presos de arriba. Total, que como es de esperarse, casi nadie lo pela y ahí empieza lo bueno.

La premisa es buena, y la metáfora social- religiosa resulta básica pero bien establecida. El problema es que su director, se engolosina demasiado con el asunto hasta volverlo maniqueo. Bien dice la frase que: menos es más.

En todo caso, la asfixia del ambiente es bien lograda y hay buenas vueltas de tuerca. Aunque su primera fortaleza radica en la dirección de actores. Bien vista y sin las pasiones de la publicidad, El hoyo entretiene, pero tampoco más allá de sus credenciales festivaleras, se debe sobre interpretar: es un producto liso y simple del streaming, que encanta al público millennial y los hace sentir como críticos de cine en cuarentena: listos para emitir cualquier exquisita opinión hasta del asunto más bobito.

Relato carcelario, con su sub género social y hasta religioso, recuerda más a un episodio de la Dimensión Desconocida, y no es de dudarse que por ahí encuentre algo de su inspiración.

En todo caso, es mucho mejor que el relleno que suele poner Netflix, en donde se puede ver el filme antes mencionado y hasta eso las buenas intenciones del director, hacen ver que hay una carrera en ciernes.

Véala sí ya está a punto de matar en esta cuarentena al que tiene al lado. Si no lo hace reflexionar, por lo menos pasa un rato divertido. Pero así a secas.

 

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