El Solitario de Palacio

*Ambiciones Personales de los Miembros del Gabinete

*El Juego de Información/Desinformación y Adulación

*La Creación de Micro Bloques y También de Facciones

*El Cinismo de Cumplir la Instrucción, Pero no Tanto

Por Ezequiel Gaytán

Una de las metáforas más complejas que existen en la política nacional se refiere a la soledad del presidente, pues por más esfuerzos que haga, quedará irremediablemente aislado de los problemas de su nación, debido a que sus colaboradores lo envuelven y las situaciones lo absorben, no obstante los esfuerzos que procure por mantener la comunicación con la sociedad. Al final quedará envuelto en eso que también llamamos “Enclaustrado en su castillo de cristal”.

Son dos metáforas que se convierten en la misma y es importante tratar de descifrar las razones por las cuales eso sucede. De ahí que me concentraré en el caso mexicano, debido a dos razones, soy de este país y algo he aprendido y porque desde la época de la Colonia existen dos frases populares referentes a la política emanada desde el magnífico inmueble conocido como el Palacio Nacional y que tienen que ver con el tema de este artículo. Dichas expresiones son: “Si la orden viene de palacio, cúmplase despacio” y la segunda reza “Obedézcase, pero no se cumpla”.

Mis argumentos por los cuales al Presidente de la República se le llama “El solitario de palacio” son al menos seis, a saber. En primer lugar, la idea de un palacio es contrastante con la de una casa o un departamento, sin importar que se trate de una residencia o de una vivienda de interés social. El significado tiene que ver con el esplendor del palacio, que es un símbolo de poder (el poder es placentero) y que tiene cierto carácter de inexpugnable y mítico.

En segundo lugar, al Palacio Nacional puede, potencialmente, entrar todo aquel que así lo desee, pero su acceso se acota a los patios, corredores y jardines, pero no todos pueden tener camino a las oficinas y habitaciones de quien ocupa la primera magistratura. Luego entonces, queda un halo de misterio y leyendas.

En tercer lugar, porque en nuestro sistema político la sucesión presidencial se define entre los secretarios de Estado, por lo tanto, los miembros del gabinete tienen ambiciones personales y le dicen al presidente a acerca de sus logros y le llevan información que los hace ver servidores eficaces, leales, incondicionales y, en la medida de lo posible, halagan al presidente al decirle que ellos simplemente son sus colaboradores y que le deben obediencia plena. Aún más, que los aciertos son consecuencia de su liderazgo. En otras palabras, hay un juego de información/ desinformación y, por supuesto, de adulación.

En cuarto lugar, las decisiones que toma un presidente, por lo general son atinadas debido a que es un personaje que posee mucha información, de ahí que esas decisiones son aplaudidas por su círculo cercano y es común que las mismas ocupan primeras planas en los medios de comunicación; consecuentemente el ego empieza a orientar la vanidad del presidente que no deja de ser humano.

En quinto lugar, los colaboradores del presidente, sobre todo los presidenciales, hacen alianzas dentro del equipo de la Administración Pública centralizada y paraestatal, así como con gobernadores y legisladores. Es decir, se crean micro bloques y facciones entre los miembros del gabinete y empiezan a notarse los conflictos. Por lo mismo, el Presidente empieza a desconfiar de todos. Sobre todo porque empieza a darse cuenta de que está en medio de una vorágine de ambiciosos por sucederlo en el poder. Consecuentemente realiza algunos ajustes en su gabinete y se incrementa su desconfianza política.

En sexto lugar su soledad se ensancha porque algunas de las decisiones que toma el presidente no son, a modo de ver de los secretarios, las correctas. Luego entonces se despliega el cinismo de cumplir con la instrucción, pero no tanto. El famoso cúmplase, pero no se obedezca.

Las seis razones arriba mencionadas no son las únicas, pero son argumentos que nos permiten ver que por más poder que llegue a concentrar un presidente, a partir del cuarto año empezará a sentir la soledad, a sentirse defraudado acerca de los resultados de algunos sus colaboradores y a notar que la inmensidad del Palacio es fría, con rincones de espesa penumbra y el eco de su vanidad empezará a enmudecer.

Entonces la metáfora del solitario de palacio empezará a fusionarse con la del castillo de cristal, pues el presidente sólo escuchará a los aduladores y la verdad ya no le importará tanto. El desgaste es brutal, el esfuerzo es constante y los avances serán por debajo de lo planeado y lo deseado.

Su soledad empezará a permear y será visible entre la sociedad. Falta tiempo para que la actual administración cumpla las dos terceras partes de su periodo, pero nada ni nadie detiene al tiempo y el fantasma de la soledad se apoderará de su personaje.

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