El Proceso Electoral en los Estados Unidos

Las Revueltas de Silvestre

Por Silvestre Villegas Revueltas

Mucho se ha criticado en las últimas décadas acerca del muy complejo sistema electoral en los Estados Unidos de América. Uno de los señalamientos más recurrente, sobre todo, por parte de la academia europea, es que los americanos todavía no han incorporado el voto individual/universal como definitorio en el caso de las elecciones presidenciales. Todos los estadounidenses con edad para votar y en ejercicio de sus facultades ciudadanas, lo hacen en elecciones primarias para elegir candidatos -hasta aquí la cosa va bien- pero luego ya definidos los candidatos a la presidencia, aquellos eligen a delegados quienes a su vez eligen a otros super delegados que representan a los estados de la unión, los cuales no tienen el mismo peso electoral porque Texas, California, Florida y Nueva York significan muchos delegados que pueden asegurar una victoria debido a que se llevan el carro completo, aunque el candidato perdedor hubiera tenido una cantidad respetable de votos, en cambio entidades como Alaska, Nuevo México o Montana, con poca población son vistos como sujetos de segunda división electoral y ello hace que los candidatos -republicanos o demócratas- les pongan menos atención en sus giras proselitistas. Asimismo, cuando los estadounidenses votan en las presidenciales lo hacen también por diputados y senadores federales como sus semejantes a nivel local, en ello se sigue la ortodoxia que prescriben dichos procesos en las repúblicas federativas. Pero la cosa se complica porque en dicha elección se pueden agregar asuntos medulares a nivel de los condados estatales como es la elección del sheriff, de los jueces en las cortes locales, de los comités en los circuitos escolares, temas que preocupan a la población y que a modo de referéndum le preguntan al pueblo si desea o no la construcción de una escuela pública, de una carretera, de la compra de patrullas para la policía y un largo etcétera.

Para los teóricos de la democracia estadounidense, es en la política local, en los famosos “counties” donde se ejerce la genuina democracia, donde se educa al ciudadano a interesarse y cumplir con sus deberes políticos, donde los bisoños jóvenes políticos aprenden y agarran experiencia para subir a las grandes ligas que terminan en los oscuros intereses que se cocinan en los corredores de las oficinas públicas en la ciudad de Washington. Cuando hace dos años criticaban a López Obrador de ser un candidato viejo y de que había escogido a gente mayor para su gabinete, ello palidecía y palidece cuando se hace la comparación con el presidente Trump y la multiplicidad de funcionarios -viejitos- de primer nivel que han desfilado por la Casa Blanca, en el Pentágono y en otras secretarías más; ya no hablemos de los actuales pre-candidatos Joe Biden y Bernie Sanders que son lo totalmente opuesto a la preponderante chiquillada panista o del Partido Verde en nuestro país. Pero eso es otro tema.

¿Trump, Sanders o Biden? Porque Bloomberg ya se bajó de la contienda y Elisabeth Warren, o erró en la estrategia, o simplemente no pudo conectar con el electorado. Yo creo que el güero de corbata roja se va a reelegir, porque Sanders es demasiado “liberal” para los sentimientos que pululan en Ozark, en Fargo y qué decir de Amarillo, Texas o Mobile, Alabama. Muchos de nuestros analistas que solamente leen el Washington Post, el New York Times, se regodean con el New Yorker y tienen amigos en el Wilson Center o en la Universidad de Yale, todo ello representa una parte importante en el devenir americano, pero definitivamente no es el sentir en las universidades del Sur y Medio Oeste estadounidense o lo que publica The Times Picayune de la ciudad de Nueva Orleans y El Nuevo Heraldo en el Valle del Río Grande, Texas.

Los temas que saldrán a la palestra, como siempre, son esencialmente de consumo nacional: la menor cantidad de impuestos a ser pagados, el problema de la sanidad y sus precios para los que tienen la desgracia de caer enfermos, el muy presente tema del racismo y la contención de la inmigración ilegal; la creación de empleos, la seguridad pública. Ya como segundo nivel electoral, aunque ello no sea la realidad al interior de todos los gobiernos estadounidenses: el tema de las relaciones exteriores, el terrorismo, México-el muro-los carteles de la droga. Sin duda alguna y a nivel internacional se están prendiendo las veladoras para que la suerte no le sea favorable a Donaldo; me atrevo a pensar que la 4T aunque dijo que no se metería -y ello es muy sano para la república- ve con simpatías a Trump, ideológicamente le es más afín Sanders -que no es socialista como tampoco lo es López- y Biden pudiera ser otro ejemplo más de lo mal que nos ha ido con los demócratas tipo Obama. Ya veremos, y por lo pronto, que llegue el calor que mata al coronavirus, o si no, a bailar su cumbia.

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