2020 año de la Tolerancia y la Inclusión

*La Cualidad de Quien Puede Aceptar Indulgencia

*La Primera, Reconoce los Límites de sus Propias Ideas

*La Otra es Soportar los que no se Puede Erradicar

Por Ezequiel Gaytán

Siempre estuve de acuerdo y me pareció acertado que el gobierno denominara al 2019 Año de Emiliano Zapata; fue una decisión inteligente debido que el llamado Caudillo del Sur impulsó el artículo 27 constitucional y el  reparto agrario entre otras aportaciones a los principios sociales de nuestra Carta Magna.

Ahora, supongo, en algún debate que sostenga el Presidente de la República con algunos de sus colaboradores conocedores de la historia y del momento por el cual atravesamos, se verterán algunas ideas acerca del año que estamos por iniciar.  Desde el punto de vista histórico encontramos dos fechas importantes en nuestro calendario: el 24 de febrero de 1820, Agustín de Iturbide proclamó el Plan de Iguala o Acta de Independencia de la América Septentrional, pero no creo que logre consenso entre quienes discutan el tema. En abril de 1920, el Grupo Sonora proclamó el Plan de Agua Prieta desconociendo al gobierno de Venustiano Carranza y el 1 de diciembre de ese año asumió la Presidencia de la República el General Álvaro Obregón. Tampoco creo que logre apoyos vincular el año 2020 con esos acontecimientos.

Por lo anterior, sin que nadie me lo consulte, yo ciudadano propongo que el año 2020 sea el de la Tolerancia y la Inclusión por los siguientes motivos: la Tolerancia, de entrada, tiene dos acepciones, la positiva y la negativa. La primera se refiere a la cualidad de quien puede aceptar indulgencia acerca de otros puntos de vista, además de que es un valor de la democracia y reconoce los límites de sus ideas propias y las ajenas. La segunda es peyorativa y se utiliza como sinónimo de soportar lo que no se puede erradicar.

De ahí que lo esencial de mi propuesta es que independientemente de que la confrontación de las ideas esté presente en una democracia, la tolerancia es también el reconocimiento a la diversidad de las culturas, las creencias, razas, edades, maneras de actuar siempre apegadas a Derecho y la aceptación del disenso.

Aún más, la tolerancia es un proceso de educación y, por lo mismo, una persona tolerante puede aceptar opiniones o conductas a los establecidos en su microcosmos o principios morales y a eso se le llama Tolerancia Social.  Dije que es un valor porque se erige a fin de convivir armónica y pacíficamente. No solo se trata de permitir lo que los demás digan o hagan, sino de reconocer y aceptar la individualidad y las diferencias de cada ser humano.

Ahora bien, la Tolerancia tiene límites y los establece el Derecho, los códigos de ética, los convencionalismos sociales y los principios de lo que consideramos, en general, reglas de lo políticamente correcto.

Por eso la Tolerancia va acompañada de la Inclusión, que se refiere al valor democrático de reconocer la diversidad social y el derecho a las diferencias como un vínculo de convivencia pacífica en la sociedad. Las políticas de inclusión son sociales pues en armonía con el Estado procuran satisfacer las necesidades materiales y los servicios públicos relacionados con la vida digna de las personas. Entonces, si un gobierno promueve la inclusión, lo que hace es diseñar programas de trabajo en el marco de las inequidades sociales, culturales y económicas a fin de reducir pobreza y la discriminación por motivos de género, raza, edad o cualquier otro tipo de exclusión. Sobre todo, porque la inclusión protege la participación política mediante la apertura a la crítica, la corresponsabilidad y también tiene límites a fin de evitar que, al incluir a algunos grupos, se excluya a otros.

El diagnóstico de nuestro país nos habla de una sociedad racista, intolerante, excluyente, socio-económicamente polarizada en extremos de opulencia y de pobreza y con una clase media disminuida. Lo peor es que está dividida, en el ámbito de los chistes de mal gusto, entre chairos y fifís, lo cual es grave y puede llegar a ser peligroso.

Por eso mi propuesta. Ingenua si se quiere, pero no pienso terminar el año sin sugerir y entusiasmar a la unidad nacional. Una nación unida en torno a principios, valores, su historia y el deseo de un futuro en común con paz y bienestar social.

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