El Cascanueces inicia temporada en el Auditorio Nacional

El anuncio de la tercera llamada apresuró a todos los asistentes dispuestos a ver El Cascanueces en el Auditorio Nacional, sin saber que era una falsa llamada, aun cuando las bocinas ya dejaban escuchar el sonido de la orquesta.

La Compañía Nacional de Danza, dirigida por Elisa Carrillo y Cuauhtémoc Nájera, unió fuerzas con la Orquesta del Teatro de Bellas Artes bajo la batuta de Iván López Reynoso, en una presentación que incluyó la coreografía de Nina Novak y la icónica música del compositor Piotr Ilich Chaikovski.

Con un lleno de casi 90 por ciento, el Auditorio Nacional estrenó la primera de ocho funciones que se llevarán a cabo hasta el lunes 23 de diciembre de El Cascanueces, presentando una escenografía monumental que gracias a una iluminación multi angular adquiría diferentes texturas y profundidades; y sus tamaños disímiles jugaban con las perspectivas, sobre todo para quienes veían de lejos.

El primer acto contó con más cambios de escenografía, en gran parte debido a la segunda escena donde los objetos salen de su proporción, con un árbol de Navidad y una silla de mayor tamaño. Del primer acto la escena más aplaudida fue la segunda, que involucró una batalla entre el cascanueces y el rey de los ratones, ocasionando escenas cómicas que la gente no dejó pasar por alto con risas.

Transcurrido el intermedio, el segundo acto ofreció una escena donde el público pudo interactuar más con los bailarines, especialmente en la danza rusa a cargo de Juan Capellán, Gerardo Martínez y Luis Ledesma, quienes hicieron sonar sus palmas en cada compás. Toda pieza finalizada era aplaudida incluso por el mismo López Reynoso con su batuta, dejando a los músicos atentos al siguiente corte mientras los bailarines recibían la ovación.

El plato fuerte fue la interpretación de Ana Elisa Mena como el hada de azúcar y Érick Rodríguez como el príncipe encantado, sus intervenciones no sólo fueron protagonistas de la noche, también fueron las más ovacionadas entre la pausa de cada pieza, haciéndolos dar las gracias en repetidas ocasiones.