La Buena y la Mala Ciencia Ficción

La Tiendita de los Horrores

Por Emilio Hill

En el libro El Estudio: un año en el Infierno de la Fox (John Gregory Dunne, 2006), un abogado –el autor de hecho de la publicación-, cuenta como en 1968 la Fox se encontraba casi en quiebra luego del fracaso en taquilla de Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz, 1963). Ningún proyecto había podido sacar adelante a la poderosa Mayor.

Se habían puesto todas las esperanzas de salvar al Estudio con un curioso proyecto: Doctor Dolittle (Richard Fleischer, 1967). De hecho, el largometraje, tenía sus apuestas principales   en la comercialización de productos derivados. El cálculo fue erróneo y la taquilla y venta de artículos del filme no fue la esperada. La bancarrota estaba a la vuelta de la esquina.

Pero en los foros de la Fox, se filmaba una película que, sin discreto, por lo menos no tenía el peso de tener los ojos de la atención mediática puestos. Ese largometraje se convirtió en un éxito indiscutible y regresó a la Mayor a las ligas de primera división: El Planeta de los Simios (Franklin J. Schaffner, 1968. Es más, de ahí surgió una jugosa franquicia.

La lección es clara para la industria: hay una buena y una mala ciencia ficción, como lo afirmó a principios de los ochenta el escritor Phillip K. Dick.

El Planeta de los Simios, obra literaria de Pierre Boulle llegó a tener un éxito indiscutible es porque tocaba temas que inquietaban al público de la época: la otredad, un futuro distópico, el fin de una civilización. Tiempo y forma, que le dicen. Nada de lo anterior lo reúne Proyecto Géminis (Ang Lee, 2018).

La película protagonizada por Will Smith, llega tarde y con algo de pereza a la industria: un agente del gobierno Henry (Smith), máquina de matar para el sistema, que ha descubierto que es utilizado para trabajos sucios decide retirarse de la profesión para la cual le sobra talento, hasta que un clon de él mismo, pero con tres décadas menos, aparece para matarlo.

El tema de la teoría de la conspiración y la clonación, vaya que iba acorde hace veinte años. Hoy la premisa se siente desfasada.

Aunado a que Lee, es mezquino en el ritmo y dirige con abulia. Se nota un filme de encargo. De hecho, el guión esperó más de dos décadas para ser realizado. Produce el mecenas de la industria Jerry Bruckeimer, pero da igual. No hay buen puerto que seguir. Proyecto Géminis, es un largometraje forzado, con escasos momentos de acción y un universo distópico rebasado por la realidad.

La ciencia ficción, vaya, en tanto su postulado distópico, debe responder a un contexto congruente y acorde con los tiempos en los que surge.

Lástima ya que los dos nombres principales involucrados –Lee y Smith- parecen garantía de un buen producto. Pero sucede todo lo contrario: la película es un mediano blockbuster de temporada baja, que decide nadar de muertito.

Por ahí está Clive Owen, en el papel de una mala copia de villano chafa de los Expedientes Secretos X.

Hay que huir como de la peste de este filme.

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