Prevalece la zozobra en Culiacán pese a los patrullajes

No acaba de recobrar el pulso vital esta ciudad. No está claro si el patrullaje incesante de las fuerzas de seguridad federales y estatales tranquiliza o pone más nerviosa a la ciudadanía. Al filo de las siete de la tarde de este domingo llegaron a la novena Zona Militar unos 197 paracaidistas y elementos de fuerzas especiales del Ejército con la misión de reforzar todo el operativo que está desplegándose en la capital sinaloense. Se calcula que entre el viernes y este día arribaron a Culiacán unos 600 soldados. Las fotos de Marco Peláez hablan por sí solas del espectacular despliegue.

Domingo de visitas carcelarias en el penal de Aguaruto. Ahí llegaron a lo largo de la mañana los familiares de los poco más de 2 mil reos que cumplen sus condenas en ese tórrido reclusorio. Llegan con sus bolsitas del súper en taxis colectivos y en autobuses. Sus rostros destilan pura incertidumbre por la suerte de sus seres queridos.

La tarde del jueves unos 200 sicarios fuertemente armados voltearon la ciudad durante varias horas, sembrando el terror entre la población. Su objetivo era liberar a Ovidio Guzmán López –hijo de El Chapo–, quien se encontraba en una casa nada modesta, muy cerca de Tres Ríos, zona comercial de altos vuelos. Las huellas que dejó la inmensa balacera del jueves pasado en la capital sinaloense van más allá de los muertos, de los vehículos incendiados y de las fachadas agujereadas por las balas. Esas huellas lastran la actividad de esta ciudad que nunca había vivido una situación tan violenta.

Prevalece la idea de que el operativo para apresar a Guzmán López fue precipitado, pésimamente planificado. En resumen, una chapuza monumental sobre leña que giran no pocas sospechas. ¿De veras la operación fue debidamente consultada? ¿O fue una decisión inconsulta con vistas a la foto de rigor y ha recibir dos que tres condecoraciones? Las preguntas se valen, más si los mandos militares federales actuaron tarde y con no poca torpeza comunicativa.

De la mano de esa percepción está el tema de si lo debieron liberar o no vista la situación creada. Es raro encontrarse con gente que critique esa decisión. Piensan que las consecuencias de no hacerlo hubieran sido devastadoras, y al mismo tiempo critican que se haya puesto en marcha el operativo porque las cosas, dicen, estaban bastante tranquilas.

En entrevista con La Jornada, el general Cristóbal Castañeda Camarillo, director de la Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa, asegura que “con el Ejército Mexicano circulando por las calles de Culiacán, poco a poco la ciudadanía vuelve a retomar sus actividades cotidianas.

En términos de seguridad, consideramos que ya hay condiciones para desarrollar las labores de cada quien con normalidad, pero el problema es que la ciudadanía tiene temor. Lamentablemente las redes sociales no ayudan mucho, porque han estado circulando informaciones y videos como si los hechos fueran de ahora, y eso crea miedo y sicosis en la gente y evita que se recobre por entero la normalidad. En este momento damos prioridad a la zona de Tres Ríos, que es donde se dieron los hechos del jueves pasado.

Se le pregunta por la ausencia de la policía estatal en el operativo: “El problema para nosotros es que las autoridades estatales y locales no teníamos conocimiento de esa operación y por tanto no sabíamos quién o quiénes estaban generando la situación. Frente al centro comercial Fórum se plantó una camioneta con una ametralladora de 50mm que impedía la movilidad de las fuerzas de seguridad. Nos vimos obligados a meternos por otras calles, porque éramos recibidos por disparos de alto calibre que nos obligaban a replegarnos.

La verdad es que nosotros nos enteramos de lo que estaba pasando por los medios de comunicación. Desconocemos por qué se produjo esa falta de coordinación. Es una facultad de la Federación no informar; tiene las atribuciones legales para operar en el ámbito de su competencia. Las autoridades federales saben que si nos piden apoyo estamos dispuestos siempre a contribuir al bien común, pero en ese caso no fuimos informados.

Fueron 14 enfrentamientos armados en diferentes puntos de la ciudad en un lapso de pocas horas, y ahí es cuando se produjo la fuga de 51 reos de alta peligrosidad del penal estatal de Aguaruto. Al momento de la fuga robaron armas de los custodios y enfrentaron a los cuerpos estatales de seguridad. Los delincuentes robaban vehículos en la calle según iban saliendo y por eso pudieron escapar rápidamente. “Tenemos una gran cantidad de automóviles dañados, unos incendiados y otros inservibles por el impacto de los balazos.

Son 2 mil 200 presos, 700 de ellos del orden federal, altamente peligrosos. Es un penal que ya tiene 60 años y carece de las condiciones de seguridad necesarias, indicó.

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