“El Violín”

Del Cine y las Leyes

La Rebelión en un Corrido

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“El Violín”, película mexicana ganadora de más de 55 premios a nivel nacional e internacional, dirigida por Francisco Vargas, cuyo estreno fue en el Festival de Cannes, en 2006, donde se hizo acreedora al premio a la mejor interpretación masculina (Prix d’Interprétation Masculine Un Certain Regard) otorgado al compositor y violinista Ángel Tavira (Plutarco Hidalgo), con la actuación de Gerardo Taracena (Genaro Hidalgo), Mario Garibaldi (Lucio Hidalgo) y Dagoberto Gama (El Capitán).

El octogenario Plutarco, su hijo Genaro y su nieto Lucio, son músicos rurales y campesinos, pero llevan una doble vida, pues además participan en la guerrilla que planea levantarse en armas contra del gobierno opresor.

Esta cinta tiene como ejes temáticos la violación de los derechos humanos, la represión, la injusticia y la miseria, así como también echa una mirada al ejército como brazo armado de un Estado y de un gobierno que en lugar de cambiar las condiciones de vida de los pueblos las provocan.

LA MÚSICA Y LAS ARMAS

Al amanecer, Plutarco se alista junto con su hijo Gerardo y su nieto Lucio para recorrer los pueblos de la comarca montañosa y tocar su violín; por la tarde, Gerardo compra un queso para comer, y una anciana le entrega un papel con datos de un bar de mala muerte, donde podrá recoger clandestinamente armas para la guerrilla.

La historia puede ubicarse en México o suceder en otro país en circunstancias similares; puede ser en una historia actual o bien del pasado; las imágenes, en blanco y negro, dan la impresión que todo lo que pasa es intemporal porque neutraliza los lugares de acción, ya sea en la sierra, en el pueblo o hasta en simple cuarto; la trama puede desarrollarse en cualquier país de América Latina, o del mundo donde los pobres y el ejército son fuerzas antagónicas.

Esto es precisamente el sello de la película: la universalidad y la intemporalidad, la ausencia de detalles históricos da esa impresión, pues no hay indicios que permitan destacar en dónde y cuándo tiene lugar la trama, lo que permite transmitir un mensaje que tiene valor en diferentes lugares del mundo y en diferentes épocas.

LA MÚSICA Y LAS RAZONES

Cuando regresan a su comunidad relegada en la sierra, Gerardo se percata que los militares se han llevado a su esposa y a otros lugareños, que han quemado las casas y han establecido ahí su cuartel, por lo que huye hacia la montaña, donde se encuentra con la guerrilla y comunica lo sucedido; mientras, Plutarco y su nieto Lucio se desplazan con otros pobladores a las faldas de la montaña donde improvisan un campamento.

Es en este espacio temporal donde el cineasta da las razones de la sublevación e insurrección de los campesinos, pues mientras cae la noche, Plutarco tranquiliza a su nieto y a manera de cuento le informa lo que pasa, pero procurando conservar su inocencia.

El relato metafórico señala que en el inicio de los tiempos, los dioses hicieron la tierra, el cielo, el fuego, el viento y los animales; luego crearon el hombre y la mujer; todos vivían felices, pero uno de esos dioses era “cabrón” y puso en los hombres la envidia y la ambición; los otros dioses se dieron cuenta y sacaron de la tierra a los hombres ambiciosos, pero se quedaron algunos, y se hicieron más y más; se quisieron adueñar de todo, engañaron a los hombres verdaderos y de poquito en poquito les quitaron todo y los sacaron de sus bosques; los hombres verdaderos vieron que esto no era justo y pidieron ayuda a los dioses, quienes les dijeron que pelearan ellos mismos, que su destino era luchar; así que los hombres verdaderos decidieron esperar.

Las condiciones bajo las cuales las poblaciones se levantan contra un gobierno opresivo resultan ser variadas, y según los sociólogos, la principal fuente de los conflictos en que participan los campesinos es por la mala repartición de las tierras para cultivo, la carencia de leyes y de justicia, aunado a la ausencia del Estado, que sólo promete escuelas, centros de salud, carreteras, pero queda en eso: sólo promesas.

LA MÚSICA Y LA VIOLENCIA

Plutarco sabe que la llegada de los militares impidió a los guerrilleros llevarse las municiones que están escondidas en los maizales, por lo que trata de convencer al Capitán del Regimiento para que le permita atender su siembra, aunque en realidad quiere llevarles los suministros; el Capitán le permite que vea la milpa a cambio de cada vez que vaya toque su violín.

La película es una dicotomía entre el arte, representado por la música del violín, y la violencia, representada por las acciones de los militares; hay un tema menos tratado, que es el papel que desempeñan los militares, quienes decidieron defender su país; el Capitán representa a este tipo de personas que, supuestamente para tener una mejor vida, se alistaron en el ejército; aunque explica que se murió su padre cuando era niño y que tuvo que luchar para que su familia pueda sobrevivir; esto explica que su carrera militar no fue una elección sino una necesidad.

Este sentimiento de pertenencia forzada el ejército es subrayado por el hecho de que los demás soldados, le dan comida y armas a Plutarco; de manera paradójica, el movimiento de revuelta contra el poder tiene sus raíces por todas partes, incluso en el ejército.

Al final, el Capitán descubre el plan de Plutarco y le ordena que toque, pero el anciano dignamente dice: “La música se acabó”, estas últimas palabras son de gran significación dado que la música era lo único que rompía el silencio y también el ruido de las armas, de la injusticia y de la guerra.

La música y la violencia tienen un gran papel en la relación entre el Capitán y Plutarco, muy al estilo de “Pero y el Capitán”, de Mario Benedetti; hay como una alternancia entre la música y la violencia, las dos representando a veces la oposición entre los personajes o destacando los sentimientos de los protagonistas.

En el arte hay universalidad, y si la violencia es universal, también lo es la sublevación; el filme sugiere la proximidad de la atrocidad y de la “humanidad”, que se personifica en el Capitán, pues disfruta de la música de Plutarco, pero también siente un gusto sádico al ordenar fusilar a su hijo.

Plutarco le cuenta el final del relato a su nieto Lucio, que los hombres verdaderos regresaron a luchar por sus tierras y sus bosques, porque eran suyos. Porque la dejaron sus abuelos para sus hijos y los hijos para sus hijos. Y eso mismo vamos a hacer nosotros. Vamos a regresar. Y el menor, pregunta: ¿Y cuándo vamos a regresar?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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