Identidades ideológicas

Por Dr. Enrique González Casanova

En un libro ya clásico intitulado La génesis del pensamiento liberal en México, Francisco López Cámara sostuvo que esta interpretación filosófica, económica, ideológica, política y social, llegó al subcontinente americano en la segunda mitad del siglo dieciocho. Su arribo tuvo gran éxito entre las élites criollas y, según este autor, se debió no tanto porque la problemática de las colonias fuese parecida a las de Gran Bretaña y Francia, sino sobre todo como la manera adecuada de estructurar un discurso que posibilitase exponer una serie de criterios opuestos a los de las metrópolis española y portuguesa y favorable a la independencia.

Ya con Iberoamericana separada de los imperios, el liberalismo se consolidó como parte fundamental del pensamiento ideológico en esta parte del mundo. Sus partidarios se confrontaron con los sectores más tradicionales y más apegados a mantener un estatus quo muy parecido al de la época colonial. Representaron pragmática e ideológicamente al conservadurismo.

Una parte significativa del debate se dio en torno a sus respectivas ideas de nación. Los tradicionalistas conservadores favorecieron un orden agrario, con un buen componente de elementos feudales y con el predominio de las fuerzas que fueron claves en el colonialismo: el clero y el ejército. Los liberales se inclinaron por una modernización capitalista en lo económico y plural y civil, en lo político. No obstante, sus éxitos, cuando los hubo, no se tradujeron en la consecución de todo aquello a lo que decían aspirar.

Pero el liberalismo no perdió brío. En México, el Partido Liberal fue un ferviente opositor al régimen de Porfirio Díaz y sus criterios básicos son parte indisoluble del complejo y heterogéneo pensamiento de la revolución mexicana, desde el radicalismo de los Flores Magón, hasta las posiciones moderadas de Venustiano Carranza.

La victoria de los constitucionalistas y, con ella, el nacimiento del régimen surgido de la revolución dieron lugar a que, al menos en lo ideológico, este pensamiento se convirtiese prácticamente en la referencia oficial de los gobiernos que se sucedieron desde 1917 hasta 2018, incluyendo a los dos liderados por Acción Nacional.

Es verdad que cada gobierno matizó a su saber y entender el liberalismo y éste convivió con criterios nacionalistas, moderados, neoliberales y populistas. Pero su influencia en la interpretación de la realidad desde el punto de vista gubernamental prevaleció y, por ende, también continuó su animadversión-a veces extraordinariamente forzada- hacia el conservadurismo.

Hoy en día, las referencias al liberalismo han disminuido notablemente, no así al conservadurismo que una vez más vuelve a ser la bestia negra del gobierno actual y sus partidarios. Pero, a diferencia de lo que pasaba en un pasado todavía no remoto, quienes hoy rigen los destinos del país no se alcanzan a definir en forma explícita y evitan decir que nutrientes ideológicos son los suyos. Lo han dejado a la imaginación y, sobre todo a la percepción de analistas y críticos. Nada puede opacar su agudo desacuerdo con lo que definen como “conservadurismo”, tampoco nada permite saber qué es lo que defienden y guía su proyecto nacional.

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