Jamás Fuimos tan Libres Como Bajo la Ocupación Alemana

*Lo que Sucede Cuando no se lee, ni se Estudia

*Entonces sin Fundamento se Descalifica y Etiqueta

*Esto Ocurrió con el Estado en Contra de la CNDH

*Riesgo: Hacer el Ridículo o Convertirse en Autoritario

Por Ezequiel Gaytán

“Jamás fuimos tan libres como bajo la ocupación alemana”, así comenzó el filósofo existencialista Jean Paul Sartre su trabajo en La República del Silencio. Parece una ironía, pues para él, los seres humanos vamos más allá de las condiciones externas y somos capaces de alcanzar la libertad cuando decidimos y tomamos partido. La Francia ocupada por los invasores nazis y sus colaboradores insultaban a la cara a los franceses, los humillaban, los deportaban en masa por su condición social, su raza, religión o ideología, pero no lograron arrancarles su dignidad, ni su identidad y mucho menos su inteligencia y deseos de libertad.

Mi cita es porque acabo de ver la respuesta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), debido a que el Estado le dijo que carece de autoridad moral para emitir recomendaciones porque calló asuntos tales como los de Iguala y Tlatlaya; lo cual es falso.

Esa Comisión ha dado cuenta de esas y otras violaciones a los Derechos Humanos (DDHH). Es decir, cuando no se lee, ni se estudia lo que ocurre es que sin fundamento se descalifica y etiqueta, con lo cual se corre el riesgo de hacer el ridículo o aun peor, convertirse en Estado autoritario.

El asunto es muy grave porque el Consejo Consultivo de ese organismo publicó en la Revista Proceso del 13 de julio del presente, una inserción muy inteligente y bien redactada, en la cual “Hace un atento llamado a los distintos actores públicos que han realizado expresiones desafortunadas sobre la labor del Organismo Constitucional Autónomo a reconsiderar sus dichos y evitar descalificaciones que poco abonan al fortalecimiento del Estado Democrático de Derecho”. Más adelante el comunicado sostiene que “en un país en el que la labor de las personas defensoras de la dignidad humana entraña un alto riesgo, estigmatizarlos debilita al Sistema No Jurisdiccional de Protección y Promoción de los DDHH”. Finalmente hace un llamado a superar deferencias y poner por encima la vigencia de los mismos.

Me preocupa el golpeteo desde el Poder Público a las instituciones de la República y que se les descalifique de manera superficial. Sobre todo, porque esa Institución nos defiende de los abusos y actos autoritarios del Estado. En otras palabras, pareciera que acusándola con mentiras y socavando su gran autoridad moral, ésta callará ante las violaciones que los servidores públicos de ahora realizarán, porque lo sabemos, las corporaciones policiacas, sobre todo, están deficientemente preparadas en materia de respeto a los DDHH.

La historia nos ha demostrado que  en las democracias, cuando un gobierno acusa sin pruebas y repite una mentira mil veces tratando de que sea verdad, ya no funciona. Es más, a la larga tampoco le funcionó a Hitler. De ahí que el desdén al trabajo que realiza ese organismo es peligroso y puede revertirse con el paso del tiempo.

Ser libres, no obstante la ocupación nazi, fue para los franceses una forma de asumirse y comprometerse con el futuro. Esa expresión nos enseña que los prejuicios y la ignorancia son flagelos que provienen de rostros inmundos que desean la opresión porque no soportan la diferencia de pensamiento y su intolerancia no les permite entender que el compromiso es con la verdad y sobre todo con la libertad. Vivir sin maquillaje de datos, sin mascaradas y sin censura es algo muy valioso y nos lo garantiza la CNDH.

Ser libres bajo ocupaciones, ataques, castigos y descalificaciones es una enseñanza que los antiguos griegos nos legaron en la leyenda de Sísifo, aquel hombre que engañó a los dioses al salir del Hades (inframundo de los muertos) y volver al pastoreo, por lo que lo castigaron dejándolo ciego y condenándolo a subir una piedra para dejarla en la punta de un colina, pero cuando nuestro personaje estaba por llegar a la cima, la piedra se regresaba y Sísifo tenía que buscarla, encontrarla y volver a empezar. Pareciera que los dioses lograron su cometido mediante la condena eterna. Pero resulta que Sísifo, el Hombre, aprendió rutas, formas ingeniosas de subir la piedra y no dejó de pensar, imaginar, aprender y de encontrar los perfiles de la piedra y de la colina.  En otras palabras, Sísifo es un ser humano atado, pero libre.

Tal vez el Poder legislativo le quite a la CNDH su carácter de Órgano Constitucional Autónomo o la adscriba como una Dirección General de la Secretaría de Gobernación. Podría ser que le reduzcan el presupuesto hasta asfixiarla, pero hoy los DDHH ya no son una Comisión, son una cultura que ya permeó en la sociedad y nos permiten ser libres.

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