Persuasión, Disuasión y Represión

*Indiscutible la Presencia Policial Como Fuerza del Orden

*Cuando se Supera la Estrategia del Estado

*La Ley Nacional Sobre el uso de la Fuerza y la Brutalidad

*En la CDMX Ingresamos a la Segunda Etapa 

Por Ezequiel Gaytán

La violencia que ejerce el Estado a través de sus corporaciones policiacas en los tres órdenes de gobierno es legal y legítima. Legal porque la ejerce con leyes y normas administrativas emitidas por el Poder Legislativo que representa la soberanía popular y es legítima porque la sociedad acepta voluntariamente que la violencia sea necesaria sólo mediante el ejercicio monopólico de dichas organizaciones policiales, a fin de evitar por un lado venganzas personales y, por el otro, con el propósito de prevenir el crimen y así impere el orden, la armonía y la paz.

En otras palabras, la presencia de la policía personificando la fuerza del orden no es discutible. Lo que es controvertible es el nivel de violencia, así como la estrategia de su acción.

De ahí que también existen ordenamientos legales tales como el emitido el 27 de mayo del año en curso que expide la Ley Nacional sobre el Uso de la Fuerza, pues de lo que se trata es de evitar eso que conocemos como la “Brutalidad Policiaca” e impedir que las fuerzas del orden público se excedan o se aprovechen de su investidura a fin de abusar en su conducta mediante actos de hostigamiento y golpes excesivos, así como de  ofender con violencia verbal y utilizar su poder con tendencias racistas, religiosas, sexuales o ideológicas.

Cuando la violencia policiaca se hace necesaria es porque la persuasión y la disuasión fueron rebasadas y la orden de reprimir tiene que darse. En otras palabras, cuando se tiene que llegar al extremo de ejercer el uso de la fuerza es debido a que la estrategia del Estado de evitar la violencia fue superada.

El punto del debate tiene que ver con las definiciones que utilizamos. De ahí que la persuasión deba entenderse como el proceso de diálogo entre las autoridades gubernamentales y los manifestantes o grupos opositores al orden. Las técnicas van mediante el uso de las palabras y el llamado gubernamental a la abstinencia de la posible violación a la ley, el orden y el daño a terceros.

Es decir, procura la resolución de los problemas y no en la coacción inmediata. Empero si la persuasión es insuficiente, el Estado debe recurrir a la disuasión que se refiere al intento gubernamental de hacer desistir a la contraparte de iniciar o continuar sus acciones. Lo que implica la movilización de las fuerzas del orden y hacerlo mediante la demostración pública de sus instrumentos de violencia. Cabe destacar que la disuasión es una señal de alerta ámbar y que de todas maneras el Estado sigue dispuesto al diálogo. Disuadir es un acto que procura convencer y evitar anticipadamente la violencia y no infligir más daños. Pero si la persuasión y la disuasión son insuficientes, el Estado recurre a la represión que se define como el impedimento mediante el uso de la fuerza efectiva. Es la última instancia a la que recurre un Estado y lo hace bajo el marco conceptual de que es impostergable, necesario para la paz social ya que atentaba en contra del Estado de Derecho.

El trauma que los mexicanos vivimos el 2 de octubre de 1968 es tan fuerte que desde entonces los gobiernos procuran la persuasión y la disuasión antes que la represión, lo cual es explicable e incluso ha llegado a ser , por momentos, criticable la pasividad gubernamental. Tal es el caso de lo que se vive en la Ciudad de México en donde el crimen organizado sabe que los gobiernos federal y local harán todo lo posible por evitar la represión.

Ahora los habitantes de la capital de la República vivimos y convivimos con la presencia de la Guardia Nacional en el contexto de la disuasión, lo cual es entendible y plenamente justificado. Las voces que argumenten que vivimos cercanos a un Estado de Sitio exageran. Ni el Ejercito, ni la Marina son fuerzas de ocupación y tampoco la Guardia Nacional. Sucede que el ex jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera y la señora Claudia Sheinbaum no pudieron con el paquete de gobernar.  Nadie sabe cuánto tiempo permanecerá la Guardia Nacional en la ciudad y tampoco creo que las autoridades capitalinas y federales sepan si será necesario incrementar o disminuir el número de efectivos que nos protejan. Algo queda claro, ya estamos en la etapa de la disuasión y de verdad deseo que regresemos a la primera y no avancemos hacia la tercera instancia de la estrategia. La cual no depende de los ciudadanos; que quede claro la responsabilidad total recae absolutamente en las autoridades. El trabajo de los gobernantes ahora es lograr que la fase de disuasión sea efectiva. Y, en caso de que lleguemos a la represión, lo hagan sin que sean altos los costos colaterales. La suerte está echada.

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