Por Jesús Michel Narváez
Desfilan y se apapachan. Sonríen y todos quieren salir en la foto. Se mercan sus mejores trajes –todos de marca o hechos sobre medida- y, contra lo acostumbrado, asisten peinaditos y con olor a finas lociones.
Lo mismo los azules que los tricolores. Todos acuden al llamado presidencial y llegan a Palacio Nacional para escuchar las respuestas a sus problemas como gobernadores. Mandatarios que enfrentaron al hoy Ciudadano Presidente durante la campaña en busca de los votos.
Ahora los gobernadores, los que durante meses inyectaron recursos para que sus gallos presidenciales: Ricardo Anaya Cortés y José Antonio Meade Kuribreña ganaran la elección, atienden la invitación y muestran el “respeto2 y casi admiración al Ciudadano Presidente.
De acuerdo con informaciones surgidas de Palacio Nacional y de la boca de algunos mandatarios, las reuniones con los 12 gobernadores del PAN y 10 del P^RI fueron “extraordinariamente amistosas”, porque el Ciudadano está preocupado de cómo respalda nuestras gestiones.
Vaya, después de la apretada de tuercas en materia presupuestal, los gobernadores y la gobernadora, aplauden que finalmente se les escuche. Aunque que a decir verdad, se antoja difícil que estando en grupo se atrevan a exponer sus problemas personales, en cada una de las entidades. Lo más probable es que callen y otorguen y, en algún momento se refiera al “señor presidente, usted sabe…”.
Lo que hace López Obrador es mostrar quién tiene el poder, que por cierto nadie se lo regatea. Hay quienes deslizan que el acercamiento sirve para “limar asperezas”, sobre todo aquellas surgidas en las giras presidenciales en donde sus anfitriones son abucheados por los mismos –eso dicen- que los llevaron a sus gobiernos estatales.
¿Qué se dicen entre gobernadores y qué ante el Presidente?
Usted saque sus conclusiones y observe con detenimiento las fotos “oficiales” y vea quién tiene la mejor dentadura… por aquello de la sonrisa de oreja a oreja.
