Turismo

¡Y qué tal un Delicioso Guajololtongo, el Tamal Soñado!

*Este Ganó Premios en Iztapalapa, Hecho a Base de ¡Chilaquiles!

*Fue la Feria del Tamal con Motivo del Dia de la Candelaria

*Y, Aplausos Para el hoy muy Famoso: el de Chipilín, de Tabasco

*También los Chanchamitos o el Manea de esa Misma Entidad

*Y el Chiapaneco, con Mole, Aceituna, Piña Almendra y Ciruela Pasa

*Los de Dulce de: Nutela, Zarzamora, Cereza, Fresas Baileys, y Chocorrol, 

*También Kínder Delice, Manzana-Canela y Camote con Miel de Piloncillo 

SUSANA VEGA LÓPEZ

Los clásicos son los verdes, los rojos, de rajas y de dulce; los poco conocidos son los de frijoles con queso, los de champiñones; y los novedosos son los de flor de calabaza, suadero, pastor, chile morita con costilla, o ¡el guajolotongo!, envueltos con hoja de maíz, aunque también con hoja de plátano: los tamales, un alimento de origen prehispánico.

Los hay de chile, de dulce y los de manteca (salados). La preparación en todos los casos es similar y sólo varían algunos ingredientes. Reciben diferentes nombres según la región: oaxaqueños, tabasqueños, huastecos, chiapanecos, gourmet.  

De los tamales tabasqueños, el más famoso es el de chipilín, una planta endémica que crece de manera silvestre en la península de Yucatán y que tiene su leyenda: se dice que la princesa Chepel’ixh debía casarse con Chac, el Dios de la lluvia, para evitar que su pueblo sufriera de hambruna y fuertes lluvias; una maldición que le caería por lo que accedió a sus nupcias, pero al descubrir que había sido un engaño, ella misma se sacrificó a la vista del Dios y se convirtió en chipilín, que significa “ojos de luna”.

Por cierto, en Tabasco se elaboró el tamal más largo (50 metros) de hoja de chipilín que le valió tener un reconocimiento Guinness. También están los de elote, de pavo y los chanchamitos (palabra que proviene del maya chan chan y que significa tortilla de masa rellena o bolita de pan). Aquí la estrella es el achiote un ingrediente que se mezcla con la carne de cerdo o pollo con la que se rellena el tamal y que le da un color rojizo. Otro de los típicos que más se consumen en la región es el “manea”, un tamal grande equivalente al tamaño de dos clásicos.

Con motivo del Día de la Candelaria se realizó a finales de enero y principios de febrero, la Feria del Tamal en Iztapalapa, donde el guajolotongo, un tamal con chilaquiles verdes, se llevó la ovación. Y es que en la Ciudad de México son famosas “las guajolotas”, una torta de tamal, y los chilaquiles, por lo que decidieron combinar estos ingredientes y crear este nuevo platillo.

Delicioso estaba el tamal chiapaneco (con mole, aceituna, piña almendra y ciruela pasa) o el de verdolagas con costilla de cerdo. Los precios: de 20, 25, 30, 35, 50 y hasta 100 pesos según el tamaño e ingredientes.

Entre los de dulce estaban los de: nutela, zarzamora con queso, cereza, fresas con crema, crema irlandesa (Baileys), tres leches, gansito, chocorrol, kínder delice, manzana-canela, camote con miel de piloncillo, piña-coco, y los infaltables de piña y fresa, algunos con bolas de helado.

También llamaron la atención el tamal cervantino (de salsa verde o guajillo con pollo o cerdo cubierto con crema, queso, ensalada y salsa brava), el del callejón del beso, el tamal con cinco carnes, el de chamorro, de arrachera con mole, de pipián, cochinita pibil, huitlacoche, de elote tierno (con mantequilla, amaranto, frutos del campo con cajeta de Celaya), molenegro, hawaiano, choriqueso y costilla.

Y los atoles no podían faltar: de zarzamora, fresa, guayaba, champurrado, amaranto, frutos rojos, sandía con froot loops, pinole, rompope, durazno, maíz azul, cajeta, nuez, piña, galleta maría y oreo, tequila, camote, coco, cacahuate, avena, mazapán, maracuyá, tapioca, tres leches y el de leche de cabra.

Además, se vendieron bebidas prehispánicas como el agua de pinole, el tascalate (maíz, cacao, achiote y azúcar), el téjate (bebida oaxaqueña de maíz y cacao), tejuino (una especie de cerveza a base de maíz), chocolate oaxaqueño, así como café de olla, rodajas de chocolate, café molido, chapulines, cacahuates, pepitas, tortillas, granos de garbanzo o frijol en polvo listos para hidratarse con agua y servirlos ya que contienen las especias recetas de la casa, y artesanías varias.

Entre los nombres de los aproximadamente 50 puestos estaban: “El Tamalón”, “La Casa Veracruzana”, “La Abuela”, “Doña Chuy” y “La Chistosita”, que lleva ese nombre porque es una mujer que combina el hacer tamales con su oficio de payasita. Todas las presentaciones con un toque personal a su producto.

Dayana Luna, en entrevista para Misión Política, afirma que pensando en su mamá -quien es diabética- creó un atole. Lo prepara con bombón cubierto con chocolate y ha tenido gran éxito. También elabora tamales como el de coco o frutos rojos (cereza, arándano, zarzamora y fresa) que no llevan dulce, aunque se le puede agregar un poco de lechera. Ella se involucró en la preparación de tamales a insistencia de su mamá -de origen tlaxcalteca- y de su suegra nativa de Santa María Aztahuacán, quien prepara tamales de tripa, de molleja y de frijol con mole, que le han dado fama. Son de familia tamalera. Le piden para fiestas, paseos y carnavales.

Dayana tiene sazón tlaxcalteca por su madre. Para sus tamales de pipián y adobo realiza toda la molienda de chiles, ajonjolí y demás especias, “nosotros todo lo preparamos”, que la distinguen con ese sabor especial.

Para reír un rato se lee en una lona: 

“Tu personalidad en tamal. Dulce: eres tierno y fresa, vives en la Condesa y pides elote con chile del que no pica. Verde: le caes bien a todos, armas la fiesta en tu casa, comes taquitos de la esquina. Rajas: eres de barrio, te llevas bien con el Brayan y comes “buebito con catsun”. Oaxaqueño: eres de provincia, vives con cinco roomies y comes sopa maruchan. Mole: eres raro, vas a la friki plaza y tienes pocos amigos. Gourmet: eres único y diferente, pides bebida sin popote y comes gluten free”.

O aquellas mantas que decían: recuerda, no probarlos es un pecado; todo lleva amor para más sabor.

El ambiente fue festivo en la macroplaza del Jardín Cuitláhuac donde la alcaldía Iztapalapa realiza habitualmente ferias, con música en vivo. Al entrar a la explanada, la mano del monumento a Cuitláhuac señalaba la plaza en donde lo primero que sobresalía era la figura de un gigante Niño Dios de cinco metros de altura y un peso de media tonelada, realizado por artesanos del lugar.

En vísperas del Día de la Candelaria, jóvenes, señoras y familias enteras paseaban a su niño Jesús con trajes peculiares que habían sido confeccionados ex profeso para el día de fiesta.

Al ritmo de “El Bómboro quiñá quiñá…”, “El Viejo del Sombrerón”, “La Boa”, “Flores Negras” y muchas más canciones movieron a la asistencia estimada en cinco mil personas.

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